13.05.2013 Views

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

<strong>de</strong> la Real Audiencia <strong>de</strong> Charcas, <strong>de</strong>jando una parte pequeña <strong>de</strong> sus tropas en <strong>Potosí</strong>, a<br />

cargo <strong>de</strong> Juan Martín <strong>de</strong> Pueyrredón.<br />

Mediodía <strong><strong>de</strong>l</strong> sábado 22 <strong>de</strong> diciembre, <strong>1810</strong>:<br />

Cerca <strong>de</strong> la primera posta, antes <strong>de</strong> llegar al pueblito <strong>de</strong> Chakí, el Dr. Castelli<br />

advirtió que una agraciada dama, vestida <strong>de</strong> negro, se le acercaba con paso <strong>de</strong>cidido,<br />

mientras sus acompañantes permanecían junto al carruaje que parecía tener una rueda<br />

averiada. Castelli, que pensó que la joven venía en pos <strong>de</strong> ayuda para repararla, or<strong>de</strong>nó a<br />

sus guardias que no la interceptaran. Isabel, al encaminarse hacia el grupo <strong>de</strong> los<br />

generales <strong>de</strong> relucientes galones, don<strong>de</strong> estaba segura <strong>de</strong> encontrar al Dr. Castelli, vio a<br />

unos hombres altos, <strong>de</strong>scomunales como las armas que portaban, con las cabelleras<br />

<strong>de</strong>sgreñadas; rostros barbudos y brazos robustos, junto a otros más bajos y <strong><strong>de</strong>l</strong>gados.<br />

¡Ay! Los ojos y los labios la perseguían, dándole la sensación <strong>de</strong> que caminaba <strong>de</strong>snuda.<br />

“¡Oh, Dios!” Qué interminable se le hacía la columna <strong>de</strong> esos guerreros. Las bocas se<br />

movían con requiebros y silbidos que ella procuró ignorar. Tal celebración también se<br />

dirigía a Eudolinda, que había caminado un trecho a su lado como queriendo<br />

acompañarla, hasta que Isabel la contuvo or<strong>de</strong>nándole que la aguardara junto al coche.<br />

Por fin se hallaba en presencia <strong>de</strong> los vencedores <strong>de</strong> Suipacha. “¡Dios, ayúdame!” Los<br />

generales le sonreían. No les era común toparse, en semejantes parajes, con mujeres <strong>de</strong><br />

la ciudad. Así pues, finalmente Isabel había conseguido tener audiencia con el supremo<br />

comandante <strong>de</strong> las fuerzas auxiliares <strong>de</strong> las Provincias Unidas. Ahí, a campo abierto,<br />

con fatiga, sueño y ansiedad, Isabel recién podía hablar con Castelli, a quien veía todo<br />

Página 58 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!