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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

hombre una vez que hubo conseguido su objetivo. Todavía sonreía cuando Eudolinda le<br />

lanzó un escupitajo que no hizo otra cosa que divertir a Mariano; en tanto Juan<br />

Altamirano le espetaba palabrotas para que se diera prisa. “Ya, ya, no más que me<br />

limpie la cara”. Mariano, todavía con el gusto <strong>de</strong> los <strong><strong>de</strong>l</strong>icados labios <strong>de</strong> la muchacha en<br />

la boca, sintió la afilada uña <strong><strong>de</strong>l</strong> mestizo en el cuello, a la altura <strong>de</strong> la yugular. “¡Jifero<br />

<strong>de</strong> mierda –le <strong>de</strong>cía, con dificultad-- ya tendrás tiempo para eso!” “¡Está bien, está bien,<br />

salgamos <strong>de</strong> una vez!”, Mariano se puso en movimiento. Y así tuvieron que <strong>de</strong>jarla al<br />

cuidado <strong>de</strong> las chicheras; pero, como al cabo <strong>de</strong> dos días esos hombres no volvieron a<br />

aparecer por el lugar, las hermanas Almanza <strong>de</strong>cidieron soltarla, asustadas por el<br />

sangriento <strong>de</strong>senlace <strong>de</strong> su secuestro, con el cual no querían comprometerse, más aún al<br />

saber que hasta sus propios compañeros habían estado en pos <strong>de</strong> Altamirano y Ventura,<br />

dispuestos a entregarlos a la turba enfurecida.<br />

Sábado 10 <strong>de</strong> agosto:<br />

El médico que atendió a Juan Altamirano le dijo que tenía la mandíbula<br />

quebrada y que lo mejor que podía hacer era acudir al hospital <strong>de</strong> San Juan <strong>de</strong> Dios,<br />

don<strong>de</strong> sin duda le curarían, puesto que la herida se le había infectado internamente.<br />

“¿Y, usted doctor, no podría curarlo?”: preguntó Mariano, siguiendo las señas que le<br />

hacía su compañero. “No tengo los medios a<strong>de</strong>cuados para ello. Precisa <strong>de</strong> un cirujano”.<br />

“¿Un cirujano?”: Altamirano, con dificultad, mordiendo las palabras. “Bueno, hay que<br />

Página 222 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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