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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

también sangre, más sangre aún, para satisfacer un instinto infernal –la venganza--; tal<br />

es la ley <strong>de</strong> las pasiones humanas, cuando se extravían y tocan en la <strong>de</strong>mencia. ¡Pobre<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> hombre que pone la planta en el bor<strong>de</strong> <strong><strong>de</strong>l</strong> abismo! ¡Pobre <strong><strong>de</strong>l</strong> que se coloca en la<br />

pendiente <strong><strong>de</strong>l</strong> crimen! Si Dios no le sostiene, su perdición es inevitable”.<br />

La aurora <strong><strong>de</strong>l</strong> día siguiente, martes 6, mostraba un panorama sobrecogedor, con<br />

cadáveres esparcidos sobre el empedrado <strong>de</strong> las calles <strong>de</strong> la sufrida villa <strong>de</strong> <strong>Potosí</strong>.<br />

Despojos humanos que señalaban el torrente rabioso que aún persistía en la Ollería, con<br />

fragmentos <strong>de</strong> cráneos adheridos a las pare<strong>de</strong>s, charcos <strong>de</strong> sangre, huellas <strong>de</strong> pisadas<br />

que concluían junto a cuerpos mutilados y <strong>de</strong>snudos. ¡Oh, Parca, Parca! ¡Qué inmensa<br />

fue tu impiedad! Ni siquiera el recurso <strong>de</strong> esos pacíficos y piadosos ciudadanos que,<br />

acongojados con tal matanza, quisieron frenarla acudiendo al irresistible po<strong>de</strong>r <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

sentimiento religioso, esperanzados en el po<strong>de</strong>r persuasivo <strong>de</strong> esa procesión coreada con<br />

lágrimas y gemidos, y sus santas imágenes en andas, pudo aplacar los ánimos tan<br />

siniestramente cal<strong>de</strong>ados. Una estrofa <strong>de</strong> Orlando Furioso, canta algo que se asemeja a<br />

la trágica jornada <strong>de</strong> la Ollería. Es la cólera <strong>de</strong> Grifón que, con su armadura <strong>de</strong> Martán,<br />

sembraba <strong>de</strong> cadáveres el puente don<strong>de</strong> se <strong>de</strong>fendía: “Caían sin cesar infantes y jinetes<br />

–dice Ariosto-- al impulso <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>scomunales cuchilladas; a pesar <strong>de</strong> lo cual, aquella<br />

lucha iba haciéndose cada vez más encarnizada y peligrosa; porque el pueblo entero<br />

acudía contra él, en términos <strong>de</strong> que Grifón temió al fin sucumbir, agobiado por la<br />

multitud que le estrechaba <strong>de</strong> cerca, y a<strong>de</strong>más por estar herido en el hombro y en el<br />

muslo izquierdo y sentir que le iba faltando el aliento”. Mientras que ahí en el puente<br />

había un solo Grifón, en la Ollería habían cientos <strong>de</strong> ellos. Y en toda la villa <strong>de</strong> <strong>Potosí</strong><br />

el aliento era lo que menos menguaba, al igual que el miedo y la angustia <strong>de</strong> no saber<br />

Página 201 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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