Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:
Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:
Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />
aterciopelado que cubría el firmamento. “¿Dón<strong>de</strong> estás?” Buscaba al esposo ausente.<br />
¿Estaría contemplando el mismo cielo? “¿Y dón<strong>de</strong> tú, hermano?” Tampoco sabía nada<br />
<strong><strong>de</strong>l</strong> padre Aldana, aunque sí presentía que ya no lo vería nunca más. Húmedas las<br />
pupilas, volvió al coche para dar reposo a su cuerpo fatigado.<br />
Isabel, luego <strong>de</strong> pernoctar el <strong>domingo</strong> en las inmediaciones <strong>de</strong> la hacienda <strong>de</strong><br />
Mojotoro, don<strong>de</strong> algunos <strong>de</strong> sus vecinos --por temor a seguir la misma suerte que ella--<br />
no quisieron prestarle ninguna ayuda, salió rumbo a la Villa Imperial <strong>de</strong> <strong>Potosí</strong>. Le dolía<br />
la hipocresía <strong>de</strong> doña Pilar Sarmiento <strong>de</strong> Losada –a quien siempre había consi<strong>de</strong>rado<br />
una amiga--, que se había excusado <strong>de</strong> hospedarla en su casa, manifestándole que no<br />
disponía <strong>de</strong> comodida<strong>de</strong>s como las que ella se merecía; doña Pilar estaba tan nerviosa<br />
que miraba a todos lados, como si alguien la asediara, atendiéndola en la puerta <strong>de</strong> calle,<br />
sin invitarla a ingresar, como lo había hecho siempre; <strong>de</strong> manera que Isabel no tuvo<br />
más remedio que acomodarse en el coche, sacrificando a los muchachos que se<br />
ofrecieron a dormir en la intemperie. Afortunadamente no hubo amenaza <strong>de</strong> lluvia,<br />
tampoco hizo frío. En cuanto a la merienda, Antonio y Pedro se privaron <strong>de</strong> consumir<br />
su parte <strong>de</strong> los pocos víveres que aún tenían, en beneficio <strong>de</strong> su ama y Eudolinda. En<br />
verdad, como no esperaban tener ningún contratiempo, se habían provisto <strong>de</strong> lo<br />
estrictamente necesario en Villa Rosa, sobre todo pensando en la proximidad <strong>de</strong><br />
Mojotoro; <strong>de</strong> ahí que hasta los caballos --que a Isabel le costaron bastante-- tuvieron que<br />
pastar en los alre<strong>de</strong>dores, librados a su suerte, por cuanto había poco pasto en ese lugar.<br />
Su vecino, uno <strong>de</strong> los Nogales, don Mariano --que se jactaba <strong><strong>de</strong>l</strong> po<strong>de</strong>r que tenía con el<br />
resto <strong>de</strong> sus hermanos en la villa--, como gesto <strong>de</strong> ayuda le había propuesto a Isabel la<br />
compra <strong>de</strong> dos <strong>de</strong> sus caballos, ofreciéndole un precio por <strong>de</strong>más irrisorio. Isabel,<br />
enfadada por tal <strong>de</strong>scaro, al principio se negó a toda transacción, pero luego, pensando<br />
Página 144 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero