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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

merca<strong>de</strong>ría prácticamente había <strong>de</strong>saparecido <strong>de</strong> los <strong>de</strong>pósitos; en los interiores los<br />

muebles estaban sucios y <strong>de</strong>svencijados; había restos <strong>de</strong> comida por todas partes. Los<br />

roperos estaban vacíos; las camas <strong>de</strong>shechas, sin sábanas ni frazadas. Andrés se temía<br />

que algo similar hubiera ocurrido con la casa <strong>de</strong> hacienda, en Mojotoro, a don<strong>de</strong><br />

pensaba ir luego <strong>de</strong> que se apaciguara la villa. La <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> Matos y otras<br />

autorida<strong>de</strong>s le indicaba que esa salida ya se veía venir, más aún con la publicación <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

bando que exigía la dotación <strong>de</strong> mulas <strong>de</strong> carga, que no eran únicamente, como <strong>de</strong>cían<br />

las autorida<strong>de</strong>s, para los pertrechos bélicos y los soldados que huían <strong>de</strong> Goyeneche.<br />

Cerca <strong>de</strong> la plaza, saliendo <strong>de</strong> la Ollería, el zambo Francisco que buscaba a<br />

Mariano Ventura y Juan Altamirano, <strong>de</strong> pronto los divisó camino a la Casa <strong>de</strong> la<br />

Moneda. Se fue tras ellos, temiendo que volvieran a sus andanzas. Había algo extraño<br />

en su prisa cautelosa y en sus miradas hacia atrás. “Estos traman algo turbio”, se dijo.<br />

Los vecinos <strong>de</strong> la villa, armados <strong>de</strong> palos, piedras, hondas, cuchillos y algunas armas <strong>de</strong><br />

fuego, pasaban por su lado, tras <strong>de</strong> Pueyrredón. A esa hora ya se distinguían las calles y<br />

las personas que transitaban por ahí, con mayor niti<strong>de</strong>z. El sol empezaba a salir entre<br />

las montañas. Restos <strong>de</strong> bosta marcaban el paso <strong>de</strong> los animales, señalando la ruta que<br />

tomara Pueyrredón; quien, en las afueras, había or<strong>de</strong>nado a su retaguardia que disparara<br />

contra la gente que los perseguía. Muchos <strong>de</strong> esos hombres fueron cayendo, pero pronto<br />

aparecían otros para reemplazarlos.<br />

En las inmediaciones <strong>de</strong> la Casa <strong>de</strong> la Moneda, las calles habían quedado<br />

<strong>de</strong>siertas. Cuando Altamirano y Ventura arreaban las mulas, el zambo les salió al<br />

frente, conminándoles a <strong>de</strong>volver esos caudales. “Son recursos <strong><strong>de</strong>l</strong> pueblo”, les repetía<br />

una y otra vez. Altamirano, a un comienzo montó en cólera, pero advirtiendo que por<br />

Página <strong>25</strong>5 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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