13.05.2013 Views

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

--No estoy solo.<br />

NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

--Igual, estáis fuera <strong>de</strong> lugar.<br />

--No, Francisco; este es el lugar a<strong>de</strong>cuado para la gente perdida –dijo Moisés, el<br />

maestro, que pasaba por ahí.<br />

--Perdón, maestro –con las palmas juntas, se inclinó Francisco avergonzado <strong>de</strong><br />

su falta <strong>de</strong> caridad. Sabía que también los perversos y <strong>de</strong>scarriados estaban en los planes<br />

<strong>de</strong> Dios—. Perdón, perdón.<br />

--Trae a tu amigo, sé que sufre –le dijo el maestro a Mariano.<br />

--Pero...<br />

--Tráelo y no temáis nada –insistió el maestro.<br />

Se había abierto un círculo en torno a ellos. Altamirano, <strong>de</strong> rodillas a los pies <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

maestro, esperaba que se le quitara el dolor; miraba por el rabillo <strong>de</strong> un ojo lo que<br />

acontecía alre<strong>de</strong>dor suyo. El maestro se le había aproximado lentamente y le había<br />

ungido con aceite la parte adolorida; luego apoyó ambas manos en la cabeza <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

enfermo. Al cerrar los ojos:“¡Oh, Dios! ¡Este hombre es instrumento <strong>de</strong> muerte!”,<br />

sintió en las palmas el penetrante filo <strong>de</strong> la guadaña <strong>de</strong> la Parca. “Mors mortis va<strong>de</strong><br />

retro”: musitó el maestro y, abriendo los ojos, clamó: “¡Hermanos, orad conmigo!” Y se<br />

alzó un coro <strong>de</strong> voces hasta inundar la caverna con la plegaria <strong>de</strong> sanidad que se guiaba<br />

con las palabras que emergían <strong>de</strong> sus labios. Había que abrir las puertas <strong><strong>de</strong>l</strong> Cielo.<br />

Llegar hasta Dios. Todos repetían la oración con los ojos cerrados. El dolor atenazaba el<br />

cerebro y las manos <strong><strong>de</strong>l</strong> maestro: “¡Oh, Padre bendito, ten misericordia <strong>de</strong> nosotros!”<br />

Los brazos y la cabeza <strong>de</strong> Altamirano se estremecían. Tensas las mandíbulas, el dolor le<br />

dilataba las venas. “¡Dios! ¿Qué es esto?”, el maestro, <strong>de</strong>sfalleciente. “¡Ahora orad lo<br />

que salga <strong>de</strong> vuestro corazón!”, la súplica. Dolor, implacable dolor en las entrañas.<br />

Página 233 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!