Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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Alguacil que había interrogado a Francisco; así también le reveló lo que le había dicho
su medio hermano, el padre Aldana, respecto a la posterior conducta del zambo; para
concluir, le comentó favorablemente los cambios que había advertido en su
personalidad, y cómo había logrado, inclusive, convencer a Constancio para que
volviera al lado de Elvira.
--¡Pero de todos modos él mató a vuestro padre! –exclamó Eudolinda, a punto de
estallar en llanto.
--Así es –afirmó Isabel--, sin embargo ese hecho no me obliga a vivir
mortificada con un rencor que no sólo me amargará la existencia, sino que influirá en el
ánimo de los míos; además, no te olvides que Francisco era muy apreciado por mi
padre; de ahí que el peso de su culpa ya le es suficiente castigo.
--¿Entonces, lo habéis perdonado? –Eudolinda, secándose las lágrimas de las
mejillas con una mano.
--Desde luego que sí–, concluyó Isabel.
--¿Y ahora qué le diré?
--¿Respecto a su proposición de matrimonio?
--Sí.
--Guíate por tus sentimientos. Si lo amas y es el hombre de tu vida... no deberías
dudar en aceptarlo.
--El caso es que dudo.
--¿Y siempre has dudado o sólo desde cuando te enteraste de su crimen?
-- Con certeza, no lo sé --Eudolinda, todavía confundida.
Página 284 de 295 La Saga del Esclavo – Adolfo Cáceres Romero