13.05.2013 Views

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Lunes 21 <strong>de</strong> enero, 1811:<br />

NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

“¿Dón<strong>de</strong> estás?” La inmensidad <strong>de</strong> la noche parecía exten<strong>de</strong>rse por todo el<br />

Universo. “¿Dón<strong>de</strong>?”, Isabel, sin po<strong>de</strong>r conciliar el sueño. La noche palpitaba en ella<br />

con toda su población nocturna; con sus pesadillas y temores. Algo se movía entre los<br />

arbustos y no era el viento; no, por cuanto sentía pegada al rostro la tibia cali<strong>de</strong>z <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

verano puneño. ¿Entonces, quién? ¿Alguna alimaña? Sólo la noche y sus misterios.<br />

“¿Por qué vivir’”, se dijo, mirando los cuerpos <strong>de</strong> Eudolinda y <strong>de</strong> los muchachos,<br />

acurrucados en la hierba, cerca a la fogata que se extinguía. No se animaba a<br />

<strong>de</strong>spertarlos. ”¿Por qué?” Y nadie podía respon<strong>de</strong>r ni consolar en ese instante a su<br />

atribulado corazón. Después <strong>de</strong> todo, los que creía que eran sus amigos y que se<br />

condolían <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sgracia, parecía que justificaban el trágico fin <strong>de</strong> su padre y el<br />

<strong>de</strong>spojo que ahora sufría. “¡Oh, Dios!”, temblaba, pero no <strong>de</strong> frío. “¿Si llegara?” Pero<br />

no fue Andrés quien llegó, sino la plegaria <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el <strong>de</strong>vocionario que le había<br />

obsequiado su hermano. A la lumbre <strong>de</strong> la fogata leyó:“Abrieron contra mí su boca;<br />

hirieron mis mejillas con afrenta; contra mí se juntaron todos”. “Ojalá Dios me<br />

concediera una ínfima parte <strong><strong>de</strong>l</strong> consuelo que tuvo Job” Se le habían entumecido los<br />

pies al caminar <strong>de</strong>scalza en torno a la fogata. “¿Por qué se apartaron hasta mis amigos?<br />

¿Era por temor <strong>de</strong> correr la misma suerte?” Qué absurdo, las <strong>de</strong>sgracias no se<br />

transmitían por contagio; aunque algunas personas pensaban que sí. “¡Oh, Dios!”<br />

Sentía que ya nada le quedaba en ese mundo. ¿Cómo podía ocurrirle a ella semejante<br />

pesadilla? “¿Por qué?” Su soledad era tan inmensa y profunda como el oscuro manto<br />

Página 143 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!