13.05.2013 Views

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

El zambo se puso <strong>de</strong> pie, tembloroso; con el pañolón que llevaba en el<br />

cuello intentó taponar la herida <strong>de</strong> Mariano; la sangre que le manaba por la boca y el<br />

tórax, en forma incontenible; a cada movimiento que hacía, sentía que a él también le<br />

dolía el brazo herido, pero igual cargó con el cuerpo <strong>de</strong> ese hombre, dispuesto a llevarlo<br />

al socavón <strong>de</strong> la hermandad <strong>de</strong> los carismáticos. ¡Oh, cómo pesaba! En eso, apareció<br />

provi<strong>de</strong>ncialmente un muchacho, a quien le pidió ayuda para cargar con Mariano. Así<br />

tomaron camino al socavón; ya en las inmediaciones, le pareció extraño que no se<br />

oyera el consabido coro ni se advirtiera --como en los días anteriores-- la presencia <strong>de</strong><br />

otras personas. Probablemente los hermanos carismáticos habrían ido a socorrer a la<br />

gente <strong><strong>de</strong>l</strong> pueblo, pero según se veía no era así. Al llegar a la entrada <strong><strong>de</strong>l</strong> socavón,<br />

Francisco se encontró con las galerías <strong>de</strong>siertas. “¿Y, ahora?”, miró por todos lados,<br />

con <strong>de</strong>sesperación. Abajo, entre los <strong>de</strong>sperdicios, un minero recogía trastos viejos. El<br />

zambo se le aproximó, con cautela, no fuera a pensar que intentaba disputarle la faena.<br />

Cuando le preguntó por los carismáticos, el minero le dijo que el maestro Moisés y sus<br />

hermanos se habían marchado. “¿A dón<strong>de</strong>?”, preguntó el zambo, <strong>de</strong>sconcertado. “No lo<br />

sé”, el minero, “quizá se pusieron <strong>de</strong> cuerdo con Pueyrredón”. “¡Qué locura!”, pensó<br />

el zambo. No podía ser más que una coinci<strong>de</strong>ncia. Al subir para cargar <strong>de</strong> nuevo con el<br />

cuerpo <strong>de</strong> Mariano, se topó con otro minero que también removía los <strong>de</strong>sperdicios, en<br />

procura <strong>de</strong> hallar algo que le fuera útil. “Señor”, el zambo. “¿Eh?”, el minero. “Busco al<br />

maestro Moisés”; entonces el minero le dijo que la noche anterior los hermanos habían<br />

tenido un culto <strong>de</strong> <strong>de</strong>spedida, por la misión cumplida, y que luego, a oscuras, habían<br />

abandonado el socavón rumbo al norte; sin embargo, a pesar <strong>de</strong> esa salida sigilosa, no<br />

había faltado gente que los siguiera, pidiendo ser sanada <strong>de</strong> sus dolencias. “¿Pero, por<br />

qué tan <strong>de</strong> prisa?”, el zambo, mientras el muchacho examinaba al herido que ja<strong>de</strong>aba<br />

como si quisiera <strong>de</strong>cir algo. “¿Qué rumbo dijo?”, el zambo, viendo cómo el muchacho<br />

Página 271 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!