13.05.2013 Views

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

María Mendiola, médico <strong>de</strong> la familia que también atendía a las religiosas. En la cocina,<br />

Matilda le preparaba un brebaje a base <strong>de</strong> huevo crudo, segura <strong>de</strong> que con ese remedio<br />

casero se le quitaría la ronquera. Eudolinda, con permiso <strong>de</strong> Isabel, acababa <strong>de</strong> salir<br />

con dirección al templo <strong>de</strong> la Merced, en compañía <strong>de</strong> Elvira, la hija mayor <strong>de</strong> Matilda.<br />

Ambas se habían hecho muy amigas, a pesar <strong>de</strong> que Elvira tenía muchos años más que<br />

Eudolinda y, según afirmaba ella, era viuda; sus dos únicos hijos habían muerto al<br />

nacer, y nadie le quitaba <strong>de</strong> la cabeza: “víctimas <strong><strong>de</strong>l</strong> frío potosino”. Hacía más <strong>de</strong> un año<br />

que Constancio, su esposo, se había ido al cerro rico, para trabajar como mitayo en la<br />

mina <strong>de</strong> plata, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> ya no retornó a su hogar. Don Juvenal le aseguraba que<br />

mientras no encontraran sus restos no podía consi<strong>de</strong>rárselo muerto, pero el beneficiador<br />

Chumito <strong>de</strong>cía que los gases tóxicos <strong><strong>de</strong>l</strong> paraje <strong><strong>de</strong>l</strong> Diablo lo habían absorbido, hasta<br />

diluirlo en el agua <strong>de</strong> copagira que corría por las galerías más profundas.<br />

Eudolinda, cubierta con un velo negro, todavía en señal <strong>de</strong> duelo por la muerte<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> Maestre, una vez terminado el oficio religioso le contó a Elvira que Antonio andaba<br />

tras <strong>de</strong> ella, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el viaje que habían realizado con su ama en pos <strong><strong>de</strong>l</strong> doctor Castelli.<br />

“Y te gusta estar con él”, le lanzó la pregunta Elvira, sonriendo con picardía. “No sé, no<br />

sé... Mejor me voy a poner unas velas a san Antonio”, le contestó Eudolinda,<br />

apartándose <strong>de</strong> su amiga. Compró unos cirios en la puerta <strong><strong>de</strong>l</strong> templo y volvió a ingresar<br />

en la amplia nave, seguida por Elvira que le insistía con: “Me parece que te gusta”.<br />

Eudolinda, luego <strong>de</strong> encen<strong>de</strong>r las velas en el altar <strong>de</strong> San Antonio, se santiguó y recién<br />

dijo: “No sé, no es como Francisco”. “¿Es que también te gusta Francisco?”, Elvira,<br />

abriendo los ojos con sorpresa. “No, bueno sí; él era tan atento conmigo. Me leía unos<br />

poemas y también me enseñó a leer”, le respondió Eudolinda, suspirando, hasta que, <strong>de</strong><br />

pronto, cambió <strong>de</strong> semblante y agregó: “No me explico cómo pudo hacerle eso a<br />

Página 169 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!