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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

disparos. Algunas sangraban <strong>de</strong> los brazos y <strong>de</strong> la cabeza. El cronista las miró y leyó lo<br />

que había escrito. Por fin, continuó: “pero <strong>de</strong>spués <strong><strong>de</strong>l</strong> primer empuje, en el que<br />

perecieron tres individuos <strong><strong>de</strong>l</strong> pueblo...”. ¿Tres? Escudriñó la plaza, la calle por la que<br />

salía la gente, <strong>de</strong>spavorida. “¿Eran tres o más”. La pluma en la mano, luego en el<br />

tintero. “Sí, eran tres”, y prosiguió: “en la trayectoria <strong>de</strong> la calle <strong>de</strong> la Ollería hasta la<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> Baratillo, fueron los porteños vergonzosamente rechazados y obligados a<br />

retroce<strong>de</strong>r a sus cuarteles, <strong>de</strong>jando las calles sembradas <strong>de</strong> cadáveres, que murieron a<br />

palo, piedra y cuchillo”. Al final leyó todo lo que había escrito, sonrió y guardó su<br />

material. La gente todavía corría <strong>de</strong> un lado a otro. Era peligroso permanecer por más<br />

tiempo en ese lugar.<br />

Al anochecer, ya en su casa, a la luz <strong>de</strong> una vela, el cronista continuaba:<br />

“Enajenado el pueblo <strong>de</strong> furor, y sediento <strong>de</strong> sangre, en el frenesí <strong>de</strong> su exaltación,<br />

cometió actos <strong>de</strong> ferocidad inaudita, atropelló los cuarteles, presentando resueltamente<br />

sus pechos <strong>de</strong>snudos a las balas que les disparaban, a fin <strong>de</strong> asirse <strong>de</strong> un porteño, para<br />

sacarlo <strong>de</strong> los cabellos y sacrificarlo en la calle”. Y eso no era todo, el cuadro se<br />

mostraba particularmente aterrador, porque al día siguiente <strong>de</strong> ese lunes, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una<br />

noche sangrienta y espantosa, el saldo <strong>de</strong> cadáveres y heridos fue impresionante, con<br />

más <strong>de</strong> ciento cincuenta cuerpos <strong>de</strong>sparramados por esas calles; y así, <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nado<br />

ese furor inaudito, inextinguible, nada se pudo hacer por frenarlo o apaciguarlo; ni<br />

siquiera la procesión que prestamente salió <strong><strong>de</strong>l</strong> templo <strong>de</strong> la Merced, cargando las<br />

imágenes <strong><strong>de</strong>l</strong> Cristo crucificado y <strong>de</strong> la Virgen María, para internarse en la Ollería, con<br />

preces y cánticos piadosos, pudo contener la furia <strong>de</strong> los bandos contendientes.<br />

Página 198 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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