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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

en sus manos, antes <strong>de</strong> per<strong>de</strong>rse en el fondo <strong>de</strong> una alforja. Los feligreses lo miraban<br />

atónitos y temerosos. –Todavía hay vino--. Lanzó una carcajada, al llevarse a los labios<br />

una pequeña jarrita, en tanto sus compañeros festejaban la hazaña.<br />

--¡Sacrilegio! –exclamó el sacerdote. El hacendado y sus acompañantes se<br />

persignaban y buscaban cómo salir por entre los bandoleros que estaban en la puerta.<br />

--¡Epa! ¡Qué no se vayan sin contribuir a la causa! –gritó Altamirano. Hombres<br />

y mujeres se quedaron petrificados en el lugar don<strong>de</strong> se encontraban--. Así está bien...<br />

¡A ver <strong>de</strong>scarguen las bolsas y ofren<strong>de</strong>n todo cuanto traen <strong>de</strong> valor, colocándolo en el<br />

altar!<br />

Todos obe<strong>de</strong>cieron y se acercaron al sitio indicado por Altamirano, vaciando sus<br />

bolsillos. Las mujeres se <strong>de</strong>sprendieron <strong>de</strong> sus aretes, anillos y ca<strong>de</strong>nillas.<br />

--¡Ah! Pero qué bello par <strong>de</strong> calzados lleváis.-- Juan Altamirano se apeó <strong>de</strong> su<br />

cabalgadura para ver mejor los zapatos <strong><strong>de</strong>l</strong> padre Cor<strong>de</strong>ro--. ¿Las hebillas son <strong>de</strong> oro?<br />

--¡Fuera, malditos! –vociferó el padre.<br />

--A ver, a ver... tranquilizaos, padrecito. ¿Podríais quitaros esas zapatillas?<br />

--¡He dicho que fuera <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Dios!<br />

--Vos lo quisisteis --Juan <strong>de</strong>scargó un violento golpe <strong>de</strong> sable en los pies <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

sacerdote, haciendo que éste cayera pesadamente al suelo.<br />

--Si no son <strong>de</strong> mi medida, me quedaré únicamente con las hebillas –dijo<br />

midiendo la planta <strong>de</strong> los calzados en sus botas. Ambos pies <strong><strong>de</strong>l</strong> padre Cor<strong>de</strong>ro<br />

sangraban a la altura <strong><strong>de</strong>l</strong> empeine.<br />

--¡Por Dios, qué es esto! –el sacerdote se arrastró hacia la sacristía.<br />

Página 181 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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