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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

asistía, por <strong><strong>de</strong>l</strong>ante; todos rezaban el miserere a voces. Nieto, Sanz y Córdoba<br />

caminaban cautelosamente hacia el lugar señalado; hacia los banquillos, don<strong>de</strong> pronto<br />

se escucharían las voces <strong>de</strong> mando. El padre Aldana arrastraba su andar apopléjico, con<br />

los <strong>de</strong>dos enredados en sus medallones y el crucifijo <strong>de</strong> bronce colgado en su pecho.<br />

Oraba y pedía la compasión <strong>de</strong> Dios, tanto para los reos como para los porteños, al igual<br />

que para el zambo y Mariano Ventura, a pesar <strong>de</strong> que éste último se había burlado <strong>de</strong> su<br />

intención <strong>de</strong> orar por él. Pronto se oiría ese fatídico “¡Preparad armas!”, para dar<br />

comienzo a la ejecución sin espectadores civiles, pero que se llevaba a cabo para<br />

escarmiento <strong>de</strong> los que no acataban el nuevo or<strong>de</strong>n institucional.<br />

Los fusileros se ubicaron a seis varas <strong>de</strong> distancia cada uno. Mariano Ventura,<br />

al <strong>de</strong>scubrir al padre Aldana, le hizo una venia en señal <strong>de</strong> saludo, sacudiendo sus<br />

pobladas cejas. “¡Atentos, atentos!”, advertía el comandante. Paradójicamente la<br />

mañana soleada se mostraba tranquila. Si bien los redobles eran preludio <strong>de</strong> muerte,<br />

ahí, en ese suelo don<strong>de</strong> el cerro rico levantaba su imponente silueta, con la solda<strong>de</strong>sca<br />

pendiente <strong>de</strong> la or<strong>de</strong>n y <strong>de</strong> lo que vendría luego <strong>de</strong> esa ejecución –sin olvidar la paga<br />

extra que recibiría--, el día se mostraba espléndido para sus planes. Castelli, enérgico y<br />

ceremonioso a la vez, daba algunas ór<strong>de</strong>nes en voz baja a sus asistentes. Alguien tosía o<br />

carraspeaba al paso <strong>de</strong> los reos, mientras el pueblo sufría <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> sus puertas y<br />

ventanas, esperando escuchar los fogonazos que acabarían con esas vidas. Delante<br />

estaba Nieto, seguido <strong>de</strong> Paula Sanz, a quien acompañaba el padre Aldana, con el<br />

crucifijo en las manos; a continuación, pálido y con el cabello <strong>de</strong>shecho, marchaba el<br />

general Córdoba. Vicente Nieto, a pesar <strong>de</strong> su ancianidad, ostentaba una dignidad<br />

solemne y resuelta al trance que enfrentaba. Luego <strong>de</strong> que el pregonero leyera la<br />

Página 51 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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