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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

pero todos, aunque con distintos intereses, expresaban su adhesión al rey Fernando VII,<br />

inclusive algunos <strong>de</strong> aquellos que proclamaban la causa libertaria, junto a los<br />

expedicionarios <strong>de</strong> Buenos Aires. De pronto advirtió que Mariano Ventura ya no estaba<br />

a su lado. Escuchó el trotar <strong>de</strong> sus pisadas que se alejaban, mientras un carruaje, oscuro<br />

y <strong>de</strong>svencijado, con sus dos mulas <strong>de</strong> tiro embarradas, aparecía a sus espaldas, con gran<br />

estrépito <strong>de</strong> cascos, ma<strong>de</strong>ramen y hierro gastado. “¡Epa!”, gritó el Alguacil, halando <strong>de</strong><br />

las bridas para <strong>de</strong>tener la marcha <strong>de</strong> las bestias. “¿A quién tenemos aquí?”, sonrió. “¿Es<br />

o no es el responsable <strong>de</strong> todo esto?”, añadió con sorna, or<strong>de</strong>nando a los dos oficiales<br />

que le acompañaban <strong>de</strong>tuvieran al zambo. “No tengo intención <strong>de</strong> meterte en la jaula si<br />

eres inocente”, dijo luego, “pero tienes que aclararnos muchas cosas”. Francisco sintió<br />

que un sudor frío le brotaba en el espinazo y le recorría por todo el cuerpo, inundándole<br />

la cabeza y el rostro. “Vamos, entremos en la casa”, el Alguacil, sin quitarse los<br />

guantes, golpeó tres veces seguidas, luego una suelta y otras dos seguidas con el<br />

llamador. “Oiremos todas las <strong>de</strong>claraciones que podamos”, concluyó. Como si se tratara<br />

<strong>de</strong> un santo y seña, rechinaron los goznes y el pesado portón <strong>de</strong> calle fue franqueado por<br />

Eudolinda, la joven mulata que se había cubierto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cabeza con un mantón<br />

negro. El zambo, al verla, no pudo evitar un súbito estremecimiento. La muchacha,<br />

igualmente conturbada, eludió mirarlo. “Ojos <strong>de</strong> silencio se van al vacío”.<br />

En medio <strong>de</strong> una penumbra sombría, oliente a féretro y pócimas medicinales, el<br />

zambo sintió la dureza <strong><strong>de</strong>l</strong> asiento <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra en las posa<strong>de</strong>ras y en el torso, como si ya<br />

fueran a aplicarle la pena <strong><strong>de</strong>l</strong> garrote. “No quiso mirarme”: era lo que más le dolía, la<br />

indiferencia <strong>de</strong> la muchacha que él bien sabía era fingida, forzada por el dolor. “¿Sabrá<br />

algo <strong>de</strong> lo que he hecho?. Alguien abrió las ventanas para que se iluminara ese<br />

aposento. El Justicia Mayor, que se hallaba en un extremo <strong>de</strong> la amplia mesa <strong>de</strong><br />

Página 19 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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