Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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bestias se iba a proceder al traslado de los fondos fiscales que los consideraban
necesarios para la villa. A fin de evitar semejante atropello hicieron circular panfletos en
los cuales explicaban su posición ideológica que no estaba en contra de los postulados
independentistas. Lo que no admitían era el uso de la fuerza para despojarlos de los
recursos que estaban destinados al desarrollo y mantenimiento de las obras públicas. La
respuesta de Pueyrredón fue más cauta, en previsión de que no volvieran a repetirse los
sangrientos sucesos del 5 de agosto. Primero, que las huestes enemigas se hallaban
próximas a la ciudad, y no habiendo fuerzas suficientes para salirles al encuentro y
oponerles resistencia, era prudente abandonar la plaza, retirando de ella todos los
pertrechos de guerra; luego, como toda campaña bélica requería de fondos, para que los
tesoros fiscales no cayeran en manos de las fuerzas enemigas, que podían usarlos para
combatir a los independentistas, les decía que se había dispuesto el traslado de esos
recursos a la ciudad de Tupiza, donde estarían a salvo y bien resguardados; sin
embargo, en vista de tal situación, cualquier persona que tratase de impedir su salida,
sería considerada enemiga de la causa libertaria y sería castigada con “el último
suplicio”, sin consideración alguna ni de rango, ocupación, sexo ni condición social.
Las mencionadas prevenciones y conminatorias fueron escuchadas por el pueblo
con profundo desdén; todavía estaba fresca en su memoria la sangrienta jornada del
cinco; asimismo les causaba cierto temor la actitud que podría aplicar para con los
pobladores de la villa el ejército de Goyeneche que, como todo vencedor, tomaría
represalias por haber permitido ellos su desabastecimiento. Las autoridades que
apoyaban a las fuerzas auxiliares argentinas, teniendo en cuenta la volubilidad e
inconstancia de las turbas, frente a quienes detentaban el poder, sentían que se hallaban
abandonadas, a merced de sus enemigos. Si huían, los que sufrirían las consecuencias
Página 237 de 295 La Saga del Esclavo – Adolfo Cáceres Romero