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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

Domingo 10 <strong>de</strong> febrero, 1811:<br />

Esa mañana <strong>de</strong> <strong>domingo</strong>, cuando Isabel se preparaba para ir a misa en compañía<br />

<strong>de</strong> Eudolinda, con dirección a la capilla <strong><strong>de</strong>l</strong> convento <strong>de</strong> las monjas <strong>de</strong> Santa Teresa, se<br />

escucharon golpes en la puerta. Eran los golpes <strong>de</strong> la contraseña. Apenas iban a dar las<br />

siete, <strong>de</strong> ahí que, como <strong>de</strong> costumbre, se alistaban para salir en el carruaje que sería<br />

conducido por Antonio; estaban en ayunas, a fin <strong>de</strong> recibir la santa comunión. Juvenal<br />

había anunciado su retorno para fines <strong>de</strong> mes, por lo que no sabían quién podía llamar a<br />

esa hora. Recordaban el ingrato inci<strong>de</strong>nte <strong><strong>de</strong>l</strong> 4 <strong>de</strong> febrero, fecha en la que se celebraba<br />

la fiesta <strong>de</strong> la purificación <strong>de</strong> María, con una corrida <strong>de</strong> toros en la plaza principal --<br />

ocasión en la que gran parte <strong>de</strong> los pobladores <strong>de</strong> la villa se habían congregado para<br />

presenciar esa fiesta taurina, a la usanza española--; ahí, en la improvisada plaza <strong>de</strong><br />

toros, un grupo <strong>de</strong> oficiales <strong><strong>de</strong>l</strong> ejército auxiliar argentino ocupaba el tablado que daba<br />

al frontis <strong>de</strong> la Matriz. Se divertía hiriendo con sus sables, dagas o cuchillos a los<br />

cornúpetas que pasaban por <strong>de</strong>bajo, en vez <strong>de</strong> capearlos como hacían los jóvenes que<br />

ingresaban en el ruedo. Cuando se arrimó un toro por el palco <strong>de</strong> esos oficiales, uno <strong>de</strong><br />

ellos, al tratar <strong>de</strong> herirlo, cayó aparatosamente al suelo, provocando la hilaridad <strong>de</strong> la<br />

concurrencia. La reacción <strong><strong>de</strong>l</strong> mercenario --que era un alférez-- causó la indignación<br />

general; pues apenas éste se puso <strong>de</strong> pie acometió a sablazos contra unos mitayos que se<br />

hallaban por ese lugar. “¡Calma caballeros!”, se interpuso entre ellos un sargento <strong>de</strong> las<br />

milicias <strong>de</strong> Arequipa, a quien también atacó el iracundo alférez golpeándolo en la<br />

cabeza, para luego conducirlo ensangrentado al cuartel. El pueblo, primero sobrecogido<br />

y perplejo, reaccionó con violencia. Indignado por el abuso y la prepotencia <strong>de</strong> esos<br />

hombres, se armó con palos, piedras y cuchillos. Los porteños huyeron hacia su<br />

Página 160 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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