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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

lo quiera”; sin embargo Isabel continuaba con el presentimiento <strong>de</strong> que ahí, en el<br />

trayecto que seguían, ese algo acechante estaba cada vez más cerca <strong>de</strong> ellos.”¿Pero qué<br />

podía ser?” Probablemente era fruto <strong>de</strong> ese tiempo <strong>de</strong> dolor y sangre; algo que quizá<br />

venía <strong>de</strong> más atrás, <strong>de</strong> otros días y lugares, pero que no perdonaba; como que, más<br />

a<strong><strong>de</strong>l</strong>ante, al <strong>de</strong>clinar el día, no tardaron en <strong>de</strong>scubrir en el cielo el lúgubre planear <strong>de</strong><br />

varios buitres y gallinazos. Cuando los muchachos <strong>de</strong>tenían el carro para hacer las<br />

necesida<strong>de</strong>s <strong><strong>de</strong>l</strong> cuerpo, todos, empezando por Isabel, lo hacían con prisa y miedo.<br />

A medida que avanzaba el carromato, ese fragmento <strong>de</strong> tiempo se le iba<br />

haciendo a Isabel extremadamente tortuoso en el lento tránsito <strong>de</strong> las horas, en un<br />

ambiente que no sólo le resultaba monótono y nauseabundo por el olor <strong>de</strong> los cuerpos<br />

dormidos, mojados por la lluvia y el sudor, sino porque con sus constantes<br />

indisposiciones paralizaba la marcha; pues <strong>de</strong> rato en rato sacaba la cabeza fuera <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

vehículo con el estómago totalmente revuelto. ¡Oh, la suerte <strong>de</strong> las embarazadas! A<br />

ratos los viajeros tenían la impresión <strong>de</strong> ir avanzando sumergidos en la oscuridad <strong>de</strong> una<br />

enorme caverna, sin fin ni salida, en un recorrido que, por otra parte, a Pedro y Antonio<br />

se les había hecho particularmente intenso, a raíz <strong>de</strong> una serie <strong>de</strong> agotadoras<br />

experiencias que les llegaban con el esfuerzo por hacer más lleva<strong>de</strong>ro el pesado<br />

<strong>de</strong>splazamiento <strong><strong>de</strong>l</strong> carruaje --sin contar el hambre y la sed que los consumía--, y luego<br />

por aquello que ahí afuera, entre las breñas y los matorrales, les estuviera mero<strong>de</strong>ando.<br />

Si bien no podían saber exactamente <strong>de</strong> qué se trataba, la presencia <strong>de</strong> los buitres les<br />

hacía pensar en todo tipo <strong>de</strong> calamida<strong>de</strong>s posibles, asociándolas con la muerte, con<br />

asaltantes y asesinos <strong>de</strong>spiadados; asimismo, Isabel y sus acompañantes habían perdido<br />

la noción <strong>de</strong> los días, pues bien podía ser para ellos la Natividad <strong><strong>de</strong>l</strong> Señor o el año<br />

nuevo; o el día sábado, <strong>domingo</strong> o lunes, don<strong>de</strong> invisibles partículas <strong>de</strong> miedo marcaban<br />

Página 70 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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