13.05.2013 Views

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

Dios!” Yo permanecía arrimado a la puerta; en tanto Mariano, que se había colocado<br />

<strong>de</strong>trás <strong><strong>de</strong>l</strong> mostrador para <strong>de</strong>svalijar la caja <strong>de</strong> caudales, al ver que mi amo se <strong>de</strong>fendía<br />

aferrado firmemente <strong>de</strong> la vara, se le acercó blandiendo una pesa <strong>de</strong> la balanza. “¡No,<br />

por piedad!”, grité cuando vi cómo ambos le propinaban golpes y más golpes en el<br />

rostro, la cabeza y el cuerpo, dispuestos a ultimarlo. Juan que tenía la uña <strong><strong>de</strong>l</strong> pulgar<br />

<strong>de</strong>recho larga y afilada como una navaja, se la clavaba en el cuello. Mi amo, al oír mi<br />

súplica, a pesar <strong>de</strong> estar aturdido por la golpiza, me buscaba con la mirada como<br />

pidiéndome que acudiera en su socorro. “¡Vete al infierno, viejo imbécil!”, Juan le<br />

enredó en el cuello sangrante el pañuelo <strong>de</strong> seda que llevaba mi amo y, ambos apretaron<br />

hasta estrangularlo. “¡Y tú, déjate <strong>de</strong> gemir!”, Juan me lanzó la ira <strong>de</strong> sus labios<br />

extendidos en una horrible mueca. Yo temblaba <strong>de</strong> manera incontenible al ver su uña<br />

manchada <strong>de</strong> sangre. Y cuando mi amo se quedó quieto, dándolo por muerto, los dos se<br />

<strong>de</strong>dicaron a <strong>de</strong>svalijar la tienda, metiendo en sus bolsas cuanto <strong>de</strong> valor encontraban; así<br />

también le quitaron el reloj y los anillos <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>dos. En tanto buscaban más cosas <strong>de</strong><br />

qué apropiarse, yo permanecía apoyado contra la puerta, siempre temblando. Había<br />

sentido todos esos golpes como si me los hubieran propinado en mi cuerpo. Cuando por<br />

fin me atreví a mirar don<strong>de</strong> yacía mi amo, me encontré con su rostro <strong>de</strong>sfigurado y sus<br />

ojos que parecían suplicar ayuda. Todavía estaba con vida y ja<strong>de</strong>aba con dolor. Sólo yo<br />

podía escucharlo en ese instante. ¡Ay, mi amo y su sangrante cuerpo! Se agitaba,<br />

llevándose ambas manos al cuello, en procura <strong>de</strong> aflojar la presión <strong><strong>de</strong>l</strong> pañuelo. “¡No,<br />

amo no!”, supliqué, pero él se agitaba, se agitaba...; entonces fue muy tar<strong>de</strong>, los otros se<br />

percataron <strong>de</strong> que aún vivía y, antes <strong>de</strong> que lo martirizaran <strong>de</strong> nuevo, ¡Oh, Dios<br />

bendito!, tomé uno <strong>de</strong> los afilados cuchillos y se lo hundí en el pecho, sin mirar lo que<br />

hacía, con los ojos cerrados, sintiendo cómo su cuerpo recibía mi estocada. Cuando abrí<br />

los ojos, estaba solo. Juan y Mariano habían huido. Me encontré con el gesto agónico<br />

Página 30 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!