13.05.2013 Views

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

con todo lo que les había sucedido, procuraba or<strong>de</strong>nar sus i<strong>de</strong>as; tampoco sabía hacia<br />

dón<strong>de</strong> encaminarse. A ratos pensaba que sería mejor dirigirse a Jesús <strong>de</strong> Machaca o ir<br />

directamente a La Paz. Procuraba no sólo explicarse lo que había sucedido con su<br />

ejército --que según pensaba <strong>de</strong>bía ser invencible--, sino <strong>de</strong>slindar responsabilida<strong>de</strong>s,<br />

porque, a no dudarlo, se le levantaría un proceso.<br />

Perdido entre esos cerros <strong>de</strong> bifurcadas sendas --por don<strong>de</strong> creía haber pasado<br />

alguna vez, cuando buscaba el apoyo <strong>de</strong> los campesinos <strong><strong>de</strong>l</strong> lugar--, Castelli<br />

<strong>de</strong>ambulaba hablando consigo mismo, en tanto su secretario y el médico inglés --<br />

quien, por no expresarse bien el castellano, prefería mantenerse en silencio--, iban por<br />

<strong>de</strong>trás, montados en mulas <strong>de</strong> carga, y todos ahí, hambrientos como sus cabalgaduras,<br />

se hallaban extenuados y temerosos. No sería nada raro que los realistas les estuvieran<br />

pisando los talones. Le faltaban algunos papeles que tal vez su otro secretario, Bernardo<br />

<strong>de</strong> Monteagudo --<strong>de</strong> quien no sabía nada-- los hubiera guardado. “A ver, veamos”, <strong>de</strong>cía<br />

Castelli, tratando <strong>de</strong> or<strong>de</strong>nar sus i<strong>de</strong>as, mapas y <strong>de</strong>más papeles, mientras buscaba otro<br />

sitio don<strong>de</strong> <strong>de</strong>scansar y cubrirse <strong><strong>de</strong>l</strong> sol abrasador. Por fin <strong>de</strong>scubrió la sombra <strong>de</strong> unos<br />

matorrales, don<strong>de</strong> se apeó <strong>de</strong> su caballo, esperando que llegaran el médico y su<br />

secretario, que se tiraron en el duro suelo, con las posa<strong>de</strong>ras y las piernas adoloridas,<br />

por cuanto habían preferido seguir ese trecho a pie, dado que sus cabalgaduras, al<br />

carecer <strong>de</strong> sillas <strong>de</strong> montar, eran como potros <strong>de</strong> tormento. “A ver... a ver”, Castelli,<br />

revisaba sus notas: “La responsabilidad <strong>de</strong> la Primera División <strong>de</strong> nuestras fuerzas<br />

estaba en manos <strong><strong>de</strong>l</strong> coronel Viamont, <strong>de</strong> quien al presente nada sé; al igual que <strong>de</strong> Díaz<br />

Vélez, que estaba a cargo <strong>de</strong> la Segunda, y <strong><strong>de</strong>l</strong> teniente coronel Bolaños que, con la<br />

Tercera, al parecer fue aniquilado”. En cuanto al general Balcarce, por el momento<br />

prefería no <strong>de</strong>cir nada. Podría ser que éste hubiera recompuesto sus fuerzas y efectuara<br />

Página 150 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!