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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

con su algazara. El general Balcarce, en el fondo se sentía complacido con el<br />

comportamiento <strong>de</strong> sus tropas.<br />

Ahí estaba <strong>de</strong> nuevo la calle <strong>de</strong> los pulperos, maloliente y sinuosa, aplastada por<br />

el sol <strong>de</strong> <strong>mediodía</strong>; se abría y cerraba en caprichosos recovecos. Más allá estaba la<br />

concurrida calle <strong>de</strong> las Mantas, ahora vacía y silenciosa. Como <strong>de</strong> lejos llegaba la<br />

vocinglera <strong>de</strong> los insurgentes, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Plaza Mayor. A ratos, la gritería <strong>de</strong> los porteños<br />

no era más que un zumbido, en esa hora en que las apetitosas especies salían humeantes<br />

a la mesa. Los pasos <strong><strong>de</strong>l</strong> zambo horadaban el tiempo con engañosa seguridad, como si<br />

con la prisa él pudiera consolidar su libertad, sin importarle los riesgos, porque Mariano<br />

le insistía en que otra ocasión más propicia no hallaría nunca más. Y a esa hora en la<br />

que el sol imponía <strong>de</strong> lo alto el calor <strong>de</strong> sus rayos, también se olía la actividad<br />

acumulada hasta ese instante; era penetrante el olor <strong>de</strong> la tierra que exhumaba sus sales,<br />

a la par que los fermentos y <strong>de</strong>sperdicios, junto a la enorme cantidad <strong>de</strong> amoniaco y<br />

heces fecales que habían sido evacuados en corrales y letrinas sin agua. Nadie más sino<br />

él, el zambo, y su inseparable cómplice –uno tras <strong><strong>de</strong>l</strong> otro--, barrían con sus sombras y<br />

sus aviesas intenciones, la solemnidad <strong>de</strong> esa hora histórica para la convulsionada villa.<br />

En cada paso, sin ritmo en el indócil empedrado, el pasado llegaba <strong>de</strong>sbordando sus<br />

orillas, ingrávido y trágico en sus <strong>de</strong>talles. Un mundo agitado <strong>de</strong> mineros, azogueros y<br />

traficantes <strong>de</strong> toda laya y condición resonaba en su recorrido, en sus zancadas. Esas dos<br />

siluetas, talladas a la altura <strong>de</strong> su prisa, tan pronto como se encogían, se estiraban como<br />

oscuros tentáculos que avanzaban por la solitaria calleja hacia la postración <strong>de</strong> aquel<br />

fatídico día.<br />

Página 17 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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