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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

Isabel no sabía qué <strong>de</strong>cir, tampoco había recibido buen trato <strong>de</strong> ese hombre<br />

cuando precisaba <strong>de</strong> su ayuda, pero no iba oponerse a que Andrés le extendiera la mano,<br />

más aún sabiendo que tenía una esposa y dos niños que <strong>de</strong>pendían <strong>de</strong> dicho auxilio.<br />

Cuando se hubo retirado el anciano, Isabel, a instancias <strong>de</strong> Eudolinda, le<br />

comentó a su esposo cómo Nogales quiso aprovecharse <strong>de</strong> la crítica situación por la que<br />

atravesaban, comprándoles uno <strong>de</strong> los caballos <strong>de</strong> su coche, por una suma irrisoria.<br />

--La vida está hecha <strong>de</strong> idas y vueltas, <strong>de</strong> ahí que es mejor no sembrar<br />

ingratitu<strong>de</strong>s ni tomar venganza <strong><strong>de</strong>l</strong> caído --le comentó Andrés, tomándole <strong>de</strong> la mano--.<br />

Ven, veamos qué nos han preparado Casilda y Eudolinda.<br />

Cuando ya iban a retirarse para <strong>de</strong>scansar, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una frugal cena,<br />

Eudolinda le pidió a Isabel que le escuchara una confi<strong>de</strong>ncia que quería hacerle, sobre<br />

todo porque precisaba <strong>de</strong> sus consejos.<br />

--Tú dirás en qué puedo serte útil –le dijo Isabel, luego <strong>de</strong> indicarle a Andrés que<br />

pronto estaría con él.<br />

en tono grave.<br />

--Ayer estuve con Francisco, en el hospital <strong>de</strong> San Juan <strong>de</strong> Dios –dijo Eudolinda,<br />

--Sí, ya lo sé –Isabel, sentándose en el banquillo <strong><strong>de</strong>l</strong> comedor.<br />

--Bueno, lo que su merced no sabe es... –y no encontraba las palabras para<br />

continuar--, bueno, que Francisco quiere que sea su esposa.<br />

--¡Pero mujer, me parece fantástico! –exclamó Isabel, sonriendo.<br />

Página 282 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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