13.05.2013 Views

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

--Espera un poco, voy a hacer que el zambo venga por acá –le dijo Mariano, y se<br />

<strong>de</strong>splazó hacia don<strong>de</strong> Francisco en ese momento oraba, con los ojos cerrados.<br />

Constancio se había <strong>de</strong>spedido <strong><strong>de</strong>l</strong> zambo, diciéndole que tenía sueño; en<br />

realidad no se sentía anímicamente bien, <strong>de</strong>bido a los argumentos con los que el zambo<br />

intentaba persuadirle para que <strong>de</strong> una vez aceptase su retorno al hogar, al lado <strong>de</strong> Elvira.<br />

Constancio se hallaba confundido, precisaba estar solo. Si bien al comienzo no había<br />

admitido esa posibilidad, ahora ya se ponía a pensar en todo lo que ello implicaba en su<br />

vida futura. No quería ser una carga para su esposa; es más, sentía que su espacio<br />

personal había sido invadido, <strong>de</strong> ahí que cada vez estaba más convencido <strong>de</strong> que la<br />

soledad que sentía en su socavón ya no le sería posible conservar, pues su esposa<br />

siempre estaría presente --si no en sus temores-- en sus recuerdos, y ellos habían sido<br />

notablemente avivados por el zambo Francisco.<br />

“¡Oh, Señor, si tú lo quieres así, sea tu voluntad y no la mía!”, el maestro<br />

Moisés se había apartado momentáneamente <strong>de</strong> los hermanos que cantaban loas al<br />

Supremo Creador. Cayó <strong>de</strong> rodillas, con las manos en la cabeza. Le había vuelto el<br />

dolor que pa<strong>de</strong>cía <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía varios años. La jaqueca lo aturdía. Ni las oraciones ni los<br />

ayunos habían podido aliviarlo; tampoco las sangrías, tisanas ni compresas que le<br />

recetaran los médicos habían surtido efecto. El doctor James Thorne, médico inglés que<br />

lo atendiera en Lima, le había manifestado que esa migraña sólo podía curarse con un<br />

milagro. Y el milagro no se producía en él, que había sanado a tantos enfermos. “Señor,<br />

es lo menos que puedo soportar por tí”, el maestro se hallaba en uno <strong>de</strong> los más oscuros<br />

corredores <strong>de</strong> esa inmensa galería. Empezó a orar, pidiéndole a Dios fortaleza <strong>de</strong> ánimo.<br />

Los coros <strong>de</strong> sanidad ya iban a empezar con nuevas alabanzas a Cristo, el Salvador.<br />

Página 231 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!