Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:
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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />
¡Oh, Parca! ¡Parca acechante! ¿Crees que obraste espléndidamente al segar esas<br />
vidas? Te empeñaste en aniquilar cuanto hombre o mujer se moviera al impulso <strong>de</strong> la<br />
ira; así, tampoco les diste la oportunidad <strong>de</strong> estar en gracia <strong>de</strong> Dios; porque ahí, en la<br />
Ollería, no se luchaba por la vida <strong>de</strong> nadie, ni siquiera por la <strong>de</strong> la cautiva Eudolinda,<br />
sino por tí, que todo lo consumes. Pobre <strong><strong>de</strong>l</strong> que se atrevía a ingresar en esa calle. Era a<br />
matar o morir. ¡Oh, Parca! ¿Eres un castigo divino? Por eso apareciste en esa calle<br />
como una plaga, fiel a tu misión <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los <strong>de</strong>sterrados <strong><strong>de</strong>l</strong> Edén; entonces, siempre<br />
arribas a la hora señalada, como lo hiciste en Sodoma, Gomorra, Adma, Zeboim,<br />
Pompeya y una infinidad <strong>de</strong> lugares más.<br />
El cronista, al día siguiente, otra vez en el banquillo <strong>de</strong> la plaza, escribía:<br />
“¡Insensato el que preten<strong>de</strong> contener el furor <strong><strong>de</strong>l</strong> pueblo en sus momentos <strong>de</strong> exaltación<br />
febril y cuando ha empezado a obrar! Es entonces un po<strong>de</strong>r irresistible, como las<br />
fuerzas <strong>de</strong> la naturaleza repentinamente <strong>de</strong>sequilibradas por un cataclismo. El torrente<br />
<strong>de</strong>sbordado todo lo arrastra, no hay dique que lo refrene, en el momento <strong>de</strong> su mayor<br />
creciente. El fuego todo lo <strong>de</strong>vora, cuando su foco, convertido en hoguera, encuentra<br />
aun materias combustibles, sin que nada pueda disminuir su intensidad. El elemento<br />
popular <strong>de</strong>sbordado es como ese torrente, como esa hoguera, incontenible, asolador”.<br />
Los contendientes, al pasar por ahí, ya no lo importunaban. Sabían que era el cronista<br />
que registraba los sucesos <strong>de</strong> la villa para perpetuar su historia, como lo hiciera en su<br />
tiempo Arzáns <strong>de</strong> Orsúa y Vela; entonces, no faltaba quien que le entregara unos<br />
nuevos frascos <strong>de</strong> tinta, plumas o, también, algún testimonio escrito.<br />
Tenía que ser <strong>de</strong>solador ese espectáculo, por el ímpetu incontenible <strong>de</strong> sus<br />
protagonistas que ni siquiera discernían sobre la suerte <strong>de</strong> los que se involucraban en<br />
Página 199 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero