Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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i corporación para entrar a auxiliarle, noticioso ya por un parte que se me dio de los
desórdenes de aquel pueblo en el día anterior. Recibida la respuesta, entré en la
ciudad, i procuré sin pérdida de momento todos los medios de su tranquilidad i
seguridad, participándole por carta amistosa a su gobernador, que acaso se hallaba
con el jeneral Viamont en Calamarca, para que se restituyese a su capital con este
consuelo, como lo verificaron al segundo día entre ambos, i con varias sesiones que
tuvimos para elejir un punto i organizar una fuerza que contuviese los progresos del
enemigo, con disposiciones que se tomaron al recojo de los cañones, pertrechos i
armas. Finalmente nada se concluyó, no obstante que yo con mi corta fuerza estuve
siempre pronto a ocupar, o el punto de Viacha, o el alto de Chacaltaya, i en resumen el
29, día de San Pedro, se retiró el jeneral Viamont para Calamarca, i yo lo hice
igualmente, dejando una guarnición de 100 hombres a la ciudad, con el objeto de
recojer los cañones, como lo verifiqué, sin moverme de mi escolta de Calamarca hasta
no verlos reunidos en aquella plaza, desde donde fui sucesivamente arrastrándolos con
todas aquellas lentitudes i paradas consiguientes a aquel estado de confusión i terror
que infundían así las tropas descarriadas como las jentes que se emigraron de la
ciudad, i los indios remontados de los pueblos, ignorando yo todavía hasta entonces el
paradero del señor representante i el señor jeneral en jefe, de quienes sólo sabía
habían partido de Huaqui en la tarde de la acción, cuando acometidos los de aquella
división por fuerzas superiores fueron derrotados, sin más que una corta acción, que la
sostuvieron unos pocos fusileros de Cochabamba, hasta que en Ayoayo recibí una carta
que me había dejado el señor representante de la villa de Oruro con fecha 24, dirijida a
saber de mi situación i de la del jeneral Viamont, i participándome que él pasaba para
Cochabamba con el jeneral Balcarce. A poco recibí otro espreso del jeneral Díaz
Vélez, en que me incluía un oficio de US., manifestando la junta las buenas
Página 166 de 295 La Saga del Esclavo – Adolfo Cáceres Romero