Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:
Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:
Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />
Atar<strong>de</strong>cer <strong><strong>de</strong>l</strong> jueves 20 <strong>de</strong> junio, 1811:<br />
¿Qué había acontecido? Todavía reinaba la confusión entre las fuerzas <strong>de</strong><br />
Castelli que en un cerrar <strong>de</strong> ojos se habían dispersado. “¡Mierda, cómo...!”, se abrieron<br />
sus labios secos, espolvoreados con talco <strong>de</strong> almidón. “¡Bernardoo!”, gritó a su<br />
secretario. Des<strong>de</strong> luego que era previsible que Goyeneche los atacara, como también<br />
ellos intentaban hacerlo, pero sus a<strong><strong>de</strong>l</strong>antados, centinelas y vigías no habían <strong>de</strong>tectado<br />
nada sospechoso; <strong>de</strong> igual modo, el servicio <strong>de</strong> inteligencia había fracasado al ignorar el<br />
momento preciso <strong>de</strong> ese ataque, la táctica que usaría el enemigo y cuál sería su primer<br />
objetivo. “¡Mierda!”, se tomaba la cabeza con ambas manos. “¡Cómo nos <strong>de</strong>jamos<br />
sorpren<strong>de</strong>r así!” Ya no valía la pena lamentarse, aunque --<strong>de</strong> cara a la Junta-- había que<br />
justificar tal <strong>de</strong>sastre. Primero: se le había atacado a traición, con un pacto <strong>de</strong> tregua<br />
que no fue respetado por el enemigo. ¿Y el servicio <strong>de</strong> inteligencia? “¡Carajo!” Burlado,<br />
burlado como siempre había estado ocurriendo todos esos días. Pero no podía poner eso<br />
en su informe. Que sus espías fueron <strong>de</strong>scubiertos o que no actuaron conforme a lo<br />
planeado. Lo cierto era que ahí nadie sabía a ciencia cierta lo que tramaba Goyeneche.<br />
De todo ello, él resultaba ser el principal responsable. ¿El principal? No, no, Balcarce<br />
también tenía una gran culpa. Quizá en mayor grado. Él, como militar, <strong>de</strong>bía saber<br />
cómo <strong>de</strong>tectar lo que hacía el enemigo. ¿Y ahora? Ahora él estaba solo, en medio <strong>de</strong> esa<br />
trona<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> clarines, gritos y balas. Ni sus secretarios ni los estafetas estaban en sus<br />
puestos. Bueno, tal vez Balcarce los utilizaba. “¡Pero cómo, carajo!” Lo que sí hubo fue<br />
traición y no sólo <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> Goyeneche, sino también <strong>de</strong> esa pila <strong>de</strong> <strong>de</strong>sertores. ¡Ay!<br />
¿Y sus oficiales <strong>de</strong> alto rango? ¡Eran incompetentes! No se dieron cuenta <strong>de</strong> que las<br />
<strong>de</strong>serciones respondían a un plan <strong>de</strong>rrotista que actuaba al interior <strong>de</strong> sus fuerzas.<br />
“¿Tristán, nos habrá engatusado?” Debía haber hecho fusilar a ese Gobernador.<br />
Página 146 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero