13.05.2013 Views

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

--¿Fue él? –insistió Eudolinda.<br />

--Sí, pero me pidió que lo perdonara –respondió el zambo.<br />

--¿Y a él, quién lo mató? ¿Fuiste tú?<br />

--¡No, cómo piensas! –el zambo, dispuesto a concluir con ese interrogatorio.<br />

--¿Entonces?<br />

--Fue Juan Altamirano.<br />

--¡Oh, él! ¿Y dón<strong>de</strong> está?<br />

--Huyó, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> herir a Mariano.<br />

--¿Así que él mató a su propio compañero? –Eudolinda, arrastrando la voz<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el fondo <strong>de</strong> sus dudas, miró al zambo que no sabía qué más <strong>de</strong>cir.<br />

Apareció, crujiendo, el carruaje que recogía los cadáveres <strong><strong>de</strong>l</strong> hospital. El<br />

hombre que lo conducía, a tiempo <strong>de</strong> <strong>de</strong>positar los restos <strong>de</strong> Mariano en la parte trasera,<br />

les dijo que tenían que darle unas monedas por su trabajo. El zambo, luego <strong>de</strong> pagarle,<br />

le pidió al cochero que lo condujera al camposanto <strong><strong>de</strong>l</strong> templo <strong>de</strong> La Merced, a don<strong>de</strong><br />

Eudolinda se ofreció acompañarlo. Ambos caminaban en silencio tras <strong><strong>de</strong>l</strong> coche. El<br />

trayecto se les hizo largo y angustioso, pues, a pesar <strong>de</strong> estar juntos, una barrera <strong>de</strong> hielo<br />

los separaba. Las revelaciones que le había hecho el zambo sobre la muerte <strong><strong>de</strong>l</strong> Maestre<br />

le resultaron mortificantes, dolor que se reflejaba en el rostro <strong>de</strong> Eudolinda que<br />

caminaba en silencio, tensa, como conteniendo unas lágrimas que pugnaban por salir. El<br />

carruaje molía los guijarros que encontraba en su travesía, sacudiendo su fúnebre<br />

cargamento, con tranco lerdo, acomodado al paso <strong>de</strong> su circunstancial cortejo. ¿Por qué<br />

le había preguntado sobre la muerte <strong><strong>de</strong>l</strong> que fuera su amo? El zambo, confundido, no<br />

atinaba a encontrar las palabras a<strong>de</strong>cuadas para romper su mutismo. Pero no era un<br />

llanto <strong>de</strong> dolor por la pérdida <strong>de</strong> un ser querido lo que ella intentaba reprimir; no, no<br />

Página 277 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!