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Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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NoticiasBolivianas.com - El portal <strong>de</strong> noticias <strong>de</strong> COMECO<br />

--Dadle un poco <strong>de</strong> agua –or<strong>de</strong>nó el Alguacil.<br />

Y el cristalino líquido <strong>de</strong>scendió hasta el fondo <strong>de</strong> las entrañas <strong><strong>de</strong>l</strong> <strong>de</strong>sfalleciente<br />

zambo. ¡Ah, el líquido salvador, resucitador! “¡Habla <strong>de</strong> una vez!”, le zaran<strong>de</strong>ó el<br />

Justicia Mayor. “Sí, sí, mi amo”, castañeó los dientes el zambo. “Pero quiero más agua,<br />

mucha más”, suspiró. “¿Qué es lo que dice?”, preguntó el Justicia Mayor, sopando la<br />

pluma en el tintero. “Dadle más agua”, el Regidor. Los oficiales le bañaron el rostro<br />

don<strong>de</strong> los encendidos labios se abrían en procura <strong>de</strong> colmarse con ese líquido que le<br />

aliviaba la incontenible sed que lo consumía. “¿Qué dice?”, insistía el Justicia Mayor.<br />

“Quiere agua”, la voz <strong><strong>de</strong>l</strong> Alguacil. En la penumbra <strong>de</strong> esa habitación, con las velas que<br />

tejían su parpa<strong>de</strong>ante luminosidad en los escritos <strong><strong>de</strong>l</strong> Justicia Mayor, todos parecían<br />

estar exhaustos, rendidos a la inesperada jornada, así que también ellos acudieron al<br />

refrescante auxilio <strong><strong>de</strong>l</strong> agua.<br />

Luego <strong>de</strong> una pausa, el Alguacil volvió a la carga con sus preguntas. Por fin el<br />

zambo cesó <strong>de</strong> ja<strong>de</strong>ar y continuó su relato. Sí, sí, confieso mi culpa, dijo, añadiendo<br />

algo como una invocación ininteligible para los que estaban a su lado. “¿Qué dice”, el<br />

Justicia Mayor. Nada, nada. A veces es mi alma la que habla, el zambo cerró los ojos<br />

con fuerza. “¿Estáis loco?”, el Justicia Mayor. Perdonad, estaban ahí, los dos, farfulló el<br />

zambo, abriendo sus ojos empañados <strong>de</strong> lágrimas. “¿Quiénes dos?”, el Justicia Mayor,<br />

la barbada pluma en el tintero. Juan y mi amo, con sus miradas fijas el uno en el otro.<br />

Antes <strong>de</strong> que el Maestre se incorporara o gritara, Juan le propinó un fuerte golpe en la<br />

cabeza con la vara <strong>de</strong> medir que había cogido <strong><strong>de</strong>l</strong> mostrador; entonces mi amo se<br />

tambaleó, y el mestizo le siguió golpeando sin piedad hasta romper la vara; vi que la<br />

ma<strong>de</strong>ra astillada laceraba las manos <strong>de</strong> mi amo que trataba <strong>de</strong> asirla, bufando. “¡Ay,<br />

Página 29 <strong>de</strong> 295 La Saga <strong><strong>de</strong>l</strong> Esclavo – Adolfo Cáceres Romero

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