Potosí, mediodía del domingo 25 de noviembre, 1810:

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pues el mismo San Francisco de Asis --abrazando la pobreza-- había encabezado una
reacción religiosa contra los ideales comerciales de la clase mercantil representada por
su propio padre; en tal sentido, el zambo encontraba más argumentos para convencerse
definitivamente sobre la necesidad de proyectarse al mundo; salir de ahí con el
propósito de superar la crisis que lo agobiaba. Ahora más que nunca precisaba sentirse
útil, tal cual le había aconsejado el padre Aldana, para tomar el camino de la expiación.
Precisamente a raíz de la muerte de ese sacerdote --que en el corto tiempo en que
estuvieron juntos se había constituido en su guía espiritual--, recién lograba comprender
sus enseñanzas; es más, muchos de sus actos, inclusive los que se consideraban menos
relevantes para su vida espiritual, cobraban sentido para él; como por ejemplo, al haber
sido rechazado por su progenitor, el padre Aldana no había hecho otra cosa que
comprometerse con los más necesitados, entregándose a los pobres y menesterosos sin
limitaciones, inclusive en abierto desafío con su orden religiosa y con el poder político
dominante. Jamás le había reprochado a su padre --el Maestre-- el ignorarlo. Asimismo,
tal como le había recomendado, primero en base a la lectura de San Pablo, el zambo
estaba cada vez más convencido de que Dios sometía a prueba a todos los que aceptaba
y recibía como hijos; ahí, en la biblioteca del convento, había encontrado la luz para
muchas otras cosas que recién las iba comprendiendo. Sobre todo aquel problema que
le explicara el padre acerca del conocimiento de Dios, inalcanzable para el hombre, por
su condición terrena. En esa biblioteca se le ensanchó el camino que le abriera el padre
Aldana pocos día antes de su muerte; por cuanto a veces había pensado que los
misterios, milagros o verdades divinas reveladas en la Biblia eran como transgresiones
de la estructura y orden de la naturaleza, traspasando los límites de la experiencia y
comprensión humana. No le parecía racional aceptar la revelación y el testimonio --
concretamente el contenido de la revelación y la manera de exponer dicho contenido--
Página 184 de 295 La Saga del Esclavo – Adolfo Cáceres Romero