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Silvia Augusta Cirvini<br />

te y esencialmente moderada, por medio de la cual se intenta “salvar” el pasado<br />

pero no restituirlo íntegramente.<br />

En toda tendencia ecléctica, tanto filosófica como arquitectónica, puede observarse<br />

entonces la presencia de ciertos elementos constantes como: la oposición al dogmatismo y<br />

a todo exclusivismo en nombre de la conciliación y la moderación, la búsqueda de un criterio<br />

de verdad que permita no sólo justificar las propias posiciones, sino también las adoptadas<br />

desde otros puntos de vista, la búsqueda de armonía entre posiciones aparentemente<br />

contrarias. El eclecticismo en filosofía, no es “sincretismo” (mera acumulación) ni tampoco<br />

“integracionismo” (dialéctica y creación). La característica más saliente del eclecticismo parece<br />

ser la moderación constante, inclusive con respecto a la propia actitud ecléctica.<br />

Víctor Cousin, como dijimos, dio difusión en Francia a mediados del siglo XIX, al<br />

eclecticismo filosófico que fue la filosofía política del moderantismo. Casi simultáneamente,<br />

se inicia el eclecticismo en arquitectura como una tendencia con carácter de doctrina liberadora<br />

del exclusivismo grecorromano, del vitruvianismo de las Academias.<br />

El “Historicismo” en cambio, es una cualidad de la cultura europea que se asienta<br />

en la “facultad genérica del pensamiento moderno, cuyo origen se encontraría en la segunda mitad<br />

del siglo XVIII, caracterizada por introducir en el conocimiento intelectual una serie de elementos<br />

anti-iluministas. Estos son los que conformaron un nuevo entendimiento de la Historia,<br />

no apoyado en la fiabilidad de la razón, sino basado en la rehabilitación de las capacidades subjetivas<br />

del individuo y en la relatividad del acontecer histórico”. 4<br />

El “revival” en arquitectura, es una actitud propia del razonamiento historicista, así<br />

como la actualización de significados de los lenguajes y formas del pasado o la oposición a<br />

la hegemonía absoluta de la razón clásica (vitruvianismo). En este marco, desde fines del<br />

XIX en nuestro país, las propuestas historicistas se filtrarán en el horizonte ecléctico de la<br />

época y legitimarán un abanico de posiciones: desde el neogótico hasta el neoplateresco,<br />

desde las arquitecturas “regionales” a los pintoresquismos.<br />

En lo arquitectónico, frecuentemente, los términos historicista y ecléctico aparecen<br />

como equivalentes o asociados, pero, el primer concepto se refiere a los hechos arquitectónicos<br />

en el ámbito de los intereses culturales contemporáneos de la época, mientras que el<br />

segundo se refiere a la naturaleza específica del pensamiento arquitectónico. Nuestros arquitectos,<br />

entre 1880 y 1940 fueron esencialmente eclécticos, sin embargo también puede<br />

afirmarse que fueron historicistas, clasicistas o modernos, según la circunstancia, el momento<br />

o el cliente. La práctica generada, a partir de la asociación del eclecticismo con el<br />

historicismo, fue determinante del “modus operandis” de la etapa fundacional del campo,<br />

el cual había adquirido legitimidad en Europa y era considerado conveniente y adecuado<br />

dentro de la “modernizada” sociedad argentina.<br />

En Europa, durante el siglo XIX, al perder el valor universal, permanente y hegemónico<br />

la posición clásica, hubo una crisis del orden epistemológico del “vitruvianismo”, lo<br />

cual, por una parte, legitimó el uso de elementos “bárbaros” provenientes de la Edad Media<br />

(romanticismo / goticismo) y por la otra, el quiebre de los rígidos códigos clásicos en<br />

la composición favoreció el desarrollo del eclecticismo. Si bien el clasicismo se mantuvo incólume<br />

en las Academias se relativizó su valor exclusivo. Veamos muy sintéticamente so-<br />

4 Friedrich Meineke, El historicismo y su génesis, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1983, p.7.<br />

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