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Silvia Augusta Cirvini<br />
confunden, operar una diacrisis, un juicio que separa, son los principios de clasificación,<br />
los principios de jerarquización, los principios de división que son también principios de<br />
visión. La percepción es profundamente diacrítica; distingue la forma del fondo, lo que es<br />
importante de lo que no lo es, lo que es central de lo que es secundario, lo que es actual<br />
de lo que es inactual. 21<br />
1.2.2. El Nomos o ley fundamental del campo<br />
Las primeras reglas dentro de un determinado campo son aquéllas que definen las<br />
condiciones de pertenencia al campo, en nuestro caso, quienes son arquitectos y quienes no<br />
lo son, es decir cual es la condición de inclusión en el campo. Esto remite a las competencias,<br />
a las propiedades que tiene que satisfacer el agente “x” para pertenecer al campo “A”. 22<br />
Aquéllos que poseen el punto de vista legítimo sobre el campo, “la ley fundamental,<br />
el principio de visión y de división (nomos) que define el campo…”, imponen de algún<br />
modo el punto de vista fundador a través del cual el campo se constituye como tal, esto es,<br />
“define el derecho de entrada en el campo: «que nadie entre aquí» si no cuenta con un punto<br />
de vista que concuerde o coincida con el punto de vista fundador del campo”. 23<br />
Otra de las apuestas centrales es el “monopolio de la legitimidad” dentro del campo,<br />
es decir, quién está autorizado para decir quién está y quién no está dentro del campo y<br />
qué autoridad tiene para decirlo, es decir quién tiene lo que Bourdieu denomina el “monopolio<br />
de la consagración de los productores y los productos”. 24<br />
No es el artista sino el campo de producción el que le asigna valor a la obra, la cual<br />
existe sólo si es conocida y reconocida, es decir “si está socialmente instituida como obra<br />
de arte por unos espectadores dotados de la disposición y de la competencia estéticas para<br />
conocerla y reconocerla como tal”. 25 Interesa ver, para todo tipo de producción artística y<br />
cultural, cómo se construye esa “creencia en el valor de la obra”, en nuestro caso considerando<br />
por un lado los agentes que participan en su formulación y por otro al conjunto de<br />
organismos: políticos, administrativos, científicos, técnicos competentes en materia arquitectónica.<br />
En el caso de la arquitectura, la “creencia en el valor de la obra”, involucra un<br />
campo de producción mucho más amplio que el campo disciplinar y profesional de los arquitectos,<br />
y que incluye también a otros practicantes de la arquitectura (ingenieros, constructores),<br />
a los comitentes, los funcionarios públicos, los empresarios vinculados al comercio<br />
e industria de la construcción y el mercado de tierras, y todos los agentes de instancias<br />
institucionales de control, crítica y consagración como son las Academias, Salones, Concursos,<br />
Escuelas, Comisiones Municipales, etc.<br />
La creencia colectiva en el juego, que Bourdieu llama illusio, y el valor que se asigna<br />
a sus desafíos es “a la vez condición y producto del funcionamiento del juego”. El mantenimiento<br />
del juego es una labor colectiva, que supone una serie de permanentes “actos de<br />
crédito” circulando entre los agentes (arquitectos / artistas) y de ellos con los clientes, co-<br />
21 Pierre Bourdieu. Cosas dichas. Gedisa editorial, Barcelona, España, 1996, pp. 84/85<br />
22 Remitimos al desarrollo del debate “Ingenieros / Arquitectos”, y “Arte y Ciencia”.<br />
23 Pierre Bourdieu, Las reglas del arte, Génesis y estructura del campo literario, Anagrama, Barcelona, 1995, p. 331<br />
24 Remitimos al tratamiento de la función de ciertas instituciones como la Sociedad Central de Arquitectos en el proceso de<br />
constitución del campo (Capítulo V: Campo disciplinar).<br />
25 Pierre Bourdieu, Las reglas del arte, op. cit., p. 339<br />
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