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Silvia Augusta Cirvini<br />
to residió la gran dificultad del Concurso de este monumento: era necesario definir con mucha<br />
claridad el mensaje –más aún al ser internacional la convocatoria– y establecer el código<br />
de lectura. El problema fue que las bases fueron confusas porque la misma Comisión encargada<br />
no tenía un criterio claro y homogéneo respecto de las nociones básicas sobre la<br />
cuales habría de concebirse esta obra conmemorativa, ni se había señalado una preferencia<br />
por un tipo especial de monumento, ni tampoco existían instrucciones precisas acerca de<br />
qué hacer con el entorno existente de la Plaza de Mayo ni con la antigua pirámide. Parecía<br />
una tarea difícil la de dar respuesta al desafío: “Arcos de triunfo, templetes, columnatas, columnas<br />
votivas, trajanas, rostratas, pirámides,… todas las escuelas, antiguas y modernas, todas las<br />
formas han sido puestas a contribución por el centenar de artistas que han tratado de solucionar<br />
tan arduo problema”. 80 Las bases confundieron más que lo que aclararon, introdujeron, al decir<br />
de la revista Arquitectura “cierta perplejidad en el ánimo de los artistas” a través de la publicación<br />
que entregó la Comisión, titulada “Breve reseña histórica de la Revolución Argentina<br />
para los artistas extranjeros (sic) que tomen parte en el concurso del Monumento a la<br />
Revolución de Mayo”. Pero entonces, ¿qué se conmemoraba, la Revolución de Mayo o la denominada<br />
Revolución Argentina? Para un argentino podía ser claro que lo que se conmemoraba<br />
eran los acontecimientos de mayo de 1810, pero no lo era para los 66 equipos extranjeros<br />
que se presentaron. La reseña explicaba la “Revolución Argentina” como un gran<br />
relato, donde los hechos de Mayo del ‘10 aparecían como el momento inicial de ese proceso<br />
lineal y progresivo que desembocaba en ese presente de 1910, y donde se sucedían episódicamente<br />
las guerras de la independencia (incluida la declaración de la independencia en<br />
1816), el período constitucional y finalmente el desarrollo socio económico de fin de siglo,<br />
lo cual sirvió, en la mayoría de los casos, de cantera de argumentos, temas y motivos para<br />
desarrollar las propuestas con una total distancia de una historia verosímil y coherente. Todos<br />
los bocetos premiados quedaron en poder de la Nación. 81<br />
Este Concurso sintetiza un caso ejemplar dentro de las prácticas de la época, cuyo peso<br />
simbólico y las numerosas representaciones puestas en juego permiten ver la multiplicidad<br />
de intereses en pugna. Adrián Gorelik 82 formula un minucioso análisis en torno de la<br />
vinculación ciudad / celebración, y de cómo el Centenario de Mayo coloca a la ciudad en<br />
el “centro del balance”, donde reforma urbana y representación se ligan en los grandes proyectos<br />
monumentales como el de la Plaza del Congreso y el de la Plaza de Mayo, a una<br />
reorganización de los circuitos ceremoniales y recreacionales de la ciudad. Es importante<br />
considerar que hubo una serie de debates en torno del espacio urbano que movilizó todo<br />
un abanico de posiciones, donde probablemente el Centenario no hizo más que agudizar<br />
y hacer estallar conflictos que provenían del siglo anterior. Con el tema del Monumento a<br />
80 E. Chanourdie. “Resultado del Concurso del Monumento a Mayo”, en Arquitectura, Nº 49, Junio, Julio de 1908, Buenos<br />
Aires, p. 133.<br />
81 Uno de los segundos premios otorgado al escultor uruguayo Juan Ferrari (lema Tabaré), fue el único llevado a cabo a partir<br />
de 1909 e inaugurado en 1914, como el monumento sanmartiniano más importante en la Ciudad de Mendoza, emplazado,<br />
tal como lo propuso el escultor sobre una roca de granito de los Andes, en el marco de la precordillera (cerro del<br />
Pilar, actual cerro de la Gloria). Curiosamente, fue el único ejemplo dentro de los proyectos presentados donde tanto el<br />
conjunto escultórico como la resolución del emplazamiento y el entorno escapan a la estricta normativa académica. No podemos<br />
decir que sea una obra vanguardista (Ferrari formado en la Academia de Roma se inscribe en un neorromanticismo<br />
y un realismo propio de la época) sino más bien lo que sucede es que en medio de tantos proyectos anacrónicos, una obra<br />
que exprese “su tiempo”, puede parecer revolucionaria, anticipada como producción artística.<br />
82 Cf. Adrián Gorelik. La Grilla y el Parque. Espacio público y cultura urbana en Buenos Aires, 1887-1936, (1998) Universidad<br />
Nacional de Quilmes, pp. 183 y ss.<br />
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