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Nosotros los Arquitectos<br />

premia el desinterés (económico), se apoya el altruismo y las recompensas diferidas en<br />

el tiempo. 1<br />

Muy sucintamente veremos a continuación cómo se fueron definiendo e imponiendo<br />

como legítimas, las prácticas asociadas al ejercicio “liberal”, como elementos<br />

constitutivos del habitus de los arquitectos en la etapa fundacional. También se caracterizará<br />

algunos aspectos del habitus vinculados a los estudios de arquitectura, como<br />

ámbitos de desarrollo y de reproducción de prácticas específicas intra grupales, diferenciadoras<br />

y aglutinantes de la identidad.<br />

1.2.1. La actividad en los estudios de arquitectura<br />

El ejercicio liberal de la profesión era el eje medular de la vida laboral de los arquitectos<br />

y el estudio era el ámbito “natural” de desarrollo de las tareas. El arquitecto<br />

se ubicaba como “director de orquesta” en la ejecución de su obra, de la cual era a la<br />

vez compositor y artista. Por ello caía bajo su responsabilidad prácticamente todo. En<br />

primer lugar, el resultado artístico del producto arquitectónico (la obra), pero también<br />

la responsabilidad última en la formación técnica de los obreros, la capacitación y reconocimiento<br />

a sus principales asistentes: los dibujantes, la contribución al crecimiento<br />

de la “cultura artística” del público en general y finalmente, la crítica arquitectónica<br />

entre los pares para el engrandecimiento y perfeccionamiento de la disciplina. 2<br />

El ejercicio liberal de la profesión posibilitaba que, para la gran mayoría, el trabajo<br />

en el estudio se prolongase en el tiempo más allá que otras actividades como la<br />

función pública o la docencia. Pablo Hary dice, cuando se jubila como profesor de la<br />

Escuela… “que el lápiz no se escapó de mis dedos, y que sigo creyéndome útil, por lo cual<br />

militaré con vosotros (…) Supliré la inferioridad inherente a los años acumulados con los<br />

recursos que trae la experiencia…”. 3<br />

Los dibujantes eran los asistentes indispensables de los arquitectos en los estudios.<br />

En los primeros años del siglo XX eran en su mayoría extranjeros, con un mayor<br />

o menor protagonismo en la vida interna de los estudios. En algunos casos eran verdaderos<br />

arquitectos sin títulos o estudios sistemáticos demostrables, que por razones económicas,<br />

de vínculos o de inserción en la sociedad, no podían instalarse independientemente<br />

y entonces se ponían al servicio de un arquitecto reconocido, como un<br />

empleado-socio, que trabajaba a la par (o más) que el jefe y lo igualaba en responsabilidades.<br />

A partir de su refundación en 1901, la Sociedad de Arquitectos habilitó una<br />

especie de bolsa de trabajo, para publicitar en su sede, la oferta y demanda de puestos<br />

en los estudios. Desde 1904 con la creación de la revista “Arquitectura” se daba difusión<br />

a este movimiento del mercado laboral interno de los estudios, a través de la sección<br />

llamada pomposamente “Pizarrón Social”, donde se ofrecían dibujantes y arqui-<br />

1 Esto no significa que el trabajo profesional fuera gratuito, se cobraban “honorarios”, sino que no son las reglas del campo<br />

económico las que rigen en el campo arquitectónico. Otras son las reglas que movilizan a nuestros arquitectos y los hacen<br />

invertir en capital simbólico, prestigio, en docencia, etc. Remitimos para ampliar estas nociones al desarrollo del Capítulo<br />

V, el punto V.1. El marco conceptual y metodológico en el análisis del campo.<br />

2 Cf. El Arquitecto, febrero de 1924.<br />

3 Discurso de P. Hary en “Homenaje a Pablo Hary”, en Revista de Arquitectura, Nº 59, 1925, p. 398.<br />

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