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Nosotros los Arquitectos<br />

espacio de las posiciones sociales y también de las disposiciones y de los intereses asociados<br />

a estas posiciones, a reconocerse mutuamente y a reconocerse en un mismo proyecto”. 5 Fue<br />

precisamente la adecuación de esta noción a la situación del campo disciplinar de la arquitectura,<br />

en su etapa fundacional, la que orientó la utilización de las categorías analíticas<br />

centrales de la propuesta del sociólogo francés.<br />

Como las posiciones de las que son producto, los habitus se diferencian; pero asimismo<br />

son diferenciantes y permiten llevar a cabo distinciones: ponen en marcha principios<br />

de diferenciación diferentes o utilizan de forma diferente los principios de diferenciación<br />

comunes. Lo que “ven” arquitectos e ingenieros no es lo mismo, o lo que unos “ven”, los<br />

otros “no pueden verlo”. Esta situación es diferente a la divergencia u oposición que puede<br />

haber en las miradas desde distintas posiciones dentro del campo (como la que puede<br />

haber entre académicos y modernos) porque hay una base común compartida, los jugadores,<br />

de uno y otro “bando”, tienen el sentido del juego.<br />

Los habitus son principios generadores de prácticas distintas y distintivas pero también<br />

son esquemas clasificatorios, principios de clasificación, principios de visión y de división,<br />

aficiones diferentes. Establecen diferencias entre lo que es bueno y lo que es malo,<br />

entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo que es distinguido y lo que es vulgar, etc.,<br />

pero no son las mismas diferencias para unos y otros. 6<br />

1.2. Acerca de la teoría de la acción<br />

La “teoría de la acción” vincula las nociones de campo, habitus, interés e illusio. Bourdieu<br />

se pregunta sobre el interés que los agentes pueden tener en hacer lo que hacen en un<br />

determinado campo. No se puede hacer sociología, dice, sin aceptar lo que los filósofos clásicos<br />

llamaban “principio de razón suficiente” y sin suponer, entre otras cosas, que los agentes<br />

sociales no hacen cualquier cosa, que no están “locos”, que no actúan “sin razón”. Lo<br />

que no significa que se suponga que son racionales, que tienen razón al actuar cómo actúan<br />

o incluso, más sencillamente, que tienen razones para actuar, que se trata de razones<br />

que dirigen, o guían, u orientan sus acciones. Así pues la sociología sostiene que, en la actuación<br />

de los agentes, hay una razón que se trata de encontrar, y que permite dar razón,<br />

transformar una serie de comportamientos aparentemente incoherente, arbitraria, en serie<br />

coherente, en algo que quepa comprender a partir de un principio único o de un conjunto<br />

coherente de principios. En este sentido, este enfoque de la sociología postula que los<br />

agentes sociales no llevan a cabo actos gratuitos.<br />

El término gratuito remite por un lado a la idea de inmotivado, de arbitrario: un acto<br />

gratuito es un acto del que no se puede dar razón, un acto insensato, absurdo, insignificante,<br />

según expone Bourdieu. Este primer sentido del término oculta otro, que es más común:<br />

lo que es gratuito es lo que no vale nada, lo que no se paga, lo que no cuesta nada,<br />

lo que no es lucrativo. Vinculando ambos sentidos, se identifica la búsqueda de la razón de<br />

ser de un comportamiento con la explicación de este comportamiento mediante la persecución<br />

de fines económicos. Sin embargo la teoría de la acción desbarata toda visión “uti-<br />

5 Pierre Bourdieu. Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Anagrama, Colección Argumentos, Barcelona, 1997, p. 49<br />

6 Pierre Bourdieu. Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción. Anagrama, Colección Argumentos, Barcelona, 1997, p. 19,<br />

20 y 21.<br />

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