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Silvia Augusta Cirvini<br />

38<br />

3. El saber científico técnico y las profesiones liberales<br />

La profesionalización de las actividades que derivan del saber técnico es un producto<br />

neto de la Modernidad. 14 En nuestro país, ese proceso iniciado tímidamente con las guerras<br />

de la independencia, tuvo su pleno desarrollo a partir de mediados del siglo XIX con<br />

la consolidación del Estado Nacional sobre la base del proyecto liberal que planteaba la<br />

Constitución de 1853. Desde entonces y hasta las primeras décadas del siglo XX, tuvo lugar<br />

en la Argentina una progresiva diferenciación de múltiples saberes técnicos especializados,<br />

dedicados a la construcción del espacio urbano: arquitectónico, urbanístico y paisajístico,<br />

cada vez más complejo, conflictivo, y diversificado en usos y funciones.<br />

El espacio –urbano y territorial– mantuvo, durante el período de instauración, desarrollo<br />

y fijación del modelo (1850-1910), una relación dialéctica de mutuos cambios e intercambios<br />

con el proceso modernizador, potenciando los efectos de los cuales era producto<br />

a veces y generador otras: la urbanización ferroviaria y el trazado de cientos de pueblos<br />

en todo el país es un ejemplo claro de esta reciprocidad entre las transformaciones espaciales<br />

y las sociales. Los técnicos adquirieron un rol mediador muy importante en la conversión<br />

de necesidades en obras y en las relaciones entre las fuerzas de la economía, la sociedad<br />

civil y los sectores dirigentes.<br />

La presencia y la voz de los técnicos adquirieron una importancia creciente en este<br />

período. Las razones pueden sintetizarse en:<br />

• Modernización y profesionalización: En nuestro siglo XIX, una nueva concepción,<br />

moderna y fundacional se instauró con relación a la modelación social y material del<br />

espacio, amparada en una noción moderna de la cultura, que evolucionó a lo largo del siglo<br />

desde una visión ilustrada a una positivista. El proceso modernizador tuvo en Argentina<br />

un carácter fuertemente omnipotente y pedagógico, tendiendo a un ordenamiento del<br />

mundo material y simbólico para lo cual se requería del desarrollo específico de distintas<br />

disciplinas, saberes y prácticas.<br />

• El saber como recurso de autoridad: En este marco, el discurso científico-técnico<br />

estaba asentado sobre una forma particular de privilegio: la racionalidad científico-técnica.<br />

Ésta operaba como recurso de autoridad, a la vez que permitía a los portadores del<br />

“saber” desplazarse respecto del eje de lo político, por lo tanto de la conflictividad social y<br />

presentar –desde el lugar inobjetable del conocimiento– su discurso como neutro, expresión<br />

de los “intereses generales”.<br />

• Especialización de saberes y prácticas: Disciplinas cada vez más especializadas,<br />

incumbencias cada vez más delimitadas, cubrieron los distintos campos del “saber” y del<br />

“hacer” en el territorio, la ciudad, y la arquitectura; un conjunto articulado y jerárquico de<br />

agentes: profesionales, técnicos, artesanos, obreros especializados, y también artistas constituyeron<br />

el recurso humano necesario para llevar a cabo tantos proyectos y tantas obras.<br />

La Ingeniería y la Arquitectura, como todas las denominadas “profesiones liberales,”<br />

se definieron y modelaron al compás del proceso de organización del Estado argentino; sin<br />

14 Tomamos de Marshall Berman la noción de Modernidad como un dilatado período con distintas fases donde se mantiene<br />

una relación dialéctica e interactuante entre “modernización”, entendida como los procesos de transformación de la sociedad<br />

y la cultura y “modernismo” como la variedad de ideas, valores y visiones del mundo que sustentaban esas transformaciones.<br />

Cf. Marshall Berman. Todo lo sólido se desvanece en el aire. Siglo veintiuno editores, Madrid, 1988.

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