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Nosotros los Arquitectos<br />

siglo, por los practicantes de la ingeniería, en una propuesta de vanguardia, tanto para solucionar<br />

el problema de las construcciones sismorresistentes como para un sinnúmero de<br />

aplicaciones desde la obra pública del Estado. Será el ingeniero Domingo Selva 212 quien<br />

lanzará una completa propuesta programática de utilización del “cemento armado” como<br />

el material de construcción más conveniente para todo el país –no sólo para áreas sísmicas–<br />

y para todo tipo de obras. Es más, este ingeniero planteaba hacia 1904, los principios<br />

de la producción seriada y estandarizada de viviendas; además ligaba el uso del hormigón<br />

armado tanto a la construcción de vivienda obrera, como a la ejecución de toda la obra pública<br />

del Estado.<br />

No se trata de un simple elemento utópico dentro de sus propuestas, sino de un auténtico<br />

proyecto vanguardista en cuanto al desarrollo tecnológico del país: se buscaban soluciones<br />

alternativas para el autoabastecimiento de materiales básicos para la construcción,<br />

que permitieran al país independizarse de la costosa importación de estructuras de acero. 213<br />

Este saber de vanguardia tenía una función crítico reguladora y anticipatoria de futuro,<br />

en la medida que señalaba, a partir de la crítica del estado de cosas vigente, un camino<br />

de soluciones masivas y definitivas para un futuro visto como cercano y promisorio. En<br />

este caso, la vanguardia no sólo es portadora de un saber sino que además opera como dictaminadora<br />

de un “deber ser” social: si el Estado y los particulares asumen sus obligaciones,<br />

lo utópico, lo imposible se hará realidad. Así establecido el deber ser, el problema se<br />

transforma en la búsqueda de criterios que posibiliten su realización. Un amplio programa<br />

de acción está esbozado en los escritos técnicos de la época, particularmente en los Anales<br />

de la Sociedad Científica Argentina, la Revista Técnica y La Ingeniería.<br />

Para los técnicos ingenieros los criterios se han de apoyar en el desarrollo del conocimiento<br />

científico y tecnológico, tanto del fenómeno sísmico como del material y sus posibilidades,<br />

el estudio (diseño y ensayo) de las mejores soluciones constructivas así como elaborar<br />

un modelo de cálculo coherente con el nuevo material. Para los particulares<br />

(inversionistas-capitalistas) los criterios transitarán desde la filantropía hacia el interés racional<br />

de la ganancia: construir con “cemento armado” es más económico (casa de renta y<br />

vivienda obrera) y más seguro (construcciones sismorresistentes). El desarrollo es presentado<br />

por la vanguardia también como “un buen negocio” para los inversionistas. 214 Para los<br />

gobiernos, los criterios que determinan “el deber ser social” se orientan a velar por el “bien<br />

común” y promover el progreso, lo cual se traduce en diferentes medidas e iniciativas que<br />

tienden a proteger este incipiente desarrollo tecnológico: exoneración de impuestos y disminución<br />

de fletes para los insumos (hierro y cemento), promover la instalación de fábricas<br />

de cemento, propiciar el uso del cemento armado desde la esfera oficial, etc.<br />

Como puede advertirse, lo que a principios del siglo queda desplazado hacia el futuro,<br />

es la búsqueda de una nueva estética de este nuevo y revolucionario material como era<br />

el hormigón. Pablo Hary dirá “El cálculo matemático por primera vez en el arte de construir<br />

precedió al arte. Los matemáticos y los ingenieros crearon la técnica pero desgraciadamente no<br />

213 Si bien para el hormigón armado es necesario el acero, la cantidad y por lo tanto en costo, es mucho menor que si se trata<br />

de estructuras de acero. En cuanto al cemento, si bien se importaba, en un futuro próximo era posible producirlo en el<br />

país a partir de las iniciativas oficiales y privadas de instalación de fábricas de cemento en Buenos Aires, Córdoba y Mendoza,<br />

desde principios del siglo XX.<br />

214 Remitimos al tratamiento del tema de la vivienda popular como debate, en este mismo Capítulo.<br />

215 Pablo Hary. “Curso de Teoría de la Arquitectura Cap. IV-1916”, en Revista de Arquitectura, Buenos Aires, mayo de 1916, p. 17.<br />

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