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Nosotros los Arquitectos<br />

ros-arquitectos, quienes apuntan a desarrollar soluciones superadoras del problema desde<br />

una perspectiva más integral. Advierten por una parte, la importancia de esta “variable” dentro<br />

de la cuestión social y por otra, cómo el tratamiento de la vivienda obrera está directamente<br />

articulado con el uso y función de las ciudades, con lo cual, vivienda se liga a urbanismo,<br />

planeamiento de las ciudades, emergente campo de conocimiento también en<br />

creciente desarrollo. Es significativo que fueran en su mayoría ingenieros quienes se ocuparan<br />

del tema en los foros científicos y la prensa técnica; el saber requerido para solucionar este<br />

problema es la matemática, el cálculo, la racionalidad aplicada a la materia constructiva.<br />

Los arquitectos académicos y eclécticos, en su mayoría extranjeros, no se sienten compelidos<br />

a resolver un tema que aún está fuera de su interés, cuya solución no requiere desde su visión<br />

de formación artística, que es el plus diferencial que pueden ofrecer respecto de los ingenieros.<br />

Los arquitectos de esta primera época ni siquiera hacen buenos diagnósticos, simplemente<br />

porque no pueden “ver” el problema 221 , no lo pueden distinguir como significativo<br />

o importante para la disciplina y algunos hasta consideran poco digno y nada prestigioso que<br />

un arquitecto se ocupe de tal cuestión. De hecho, no lo comienzan a tratar sino hasta la década<br />

del ‘20 como tema en los Congresos Panamericanos de Arquitectos. En esta primera<br />

etapa hay que considerar también la creación de la Comisión Nacional de Casas Baratas<br />

(1915), el primer intento desde el Estado Nacional de intervenir para hallar soluciones al<br />

problema.<br />

2º etapa: En esta etapa, el problema es asumido como central por un grupo que ocupa<br />

una posición periférica dentro del campo: las vanguardias modernas. A partir de 1930 hubo<br />

un importante desarrollo conceptual y teórico: W. Acosta, F. Bereterbide y A. Prebisch,<br />

desde distintas posiciones vinculadas a las vanguardias modernas, ubican a la vivienda en un<br />

espacio central de la profesión. Apoyados por una parte de la prensa especializada consiguen<br />

dar difusión a un reprocesamiento crítico de la experiencia europea de la posguerra, siempre<br />

en beneficio de la elaboración de una solución propia, adecuada y a medida de las necesidades.<br />

La oposición ejercida hacia la arquitectura tradicional desarticula las búsquedas exclusivamente<br />

estéticas y reafirma el valor de la belleza de las formas útiles y la negación del decorativismo.<br />

La vivienda popular y mínima es entonces el mayor y más noble desafío que puede<br />

tener un arquitecto moderno, hay en ello un imperativo ético, de allí que para algunos el tema<br />

concita una actitud militante. La labor teórica y pedagógica, crítica y técnica desarrollada<br />

incita a poner en su lugar los deberes de cada una de las partes: el Estado, la iniciativa privada,<br />

los profesionales, las organizaciones sociales. Toda la década del ‘30 es de una<br />

importante actividad: se debate si la vivienda popular ha de ser encarada por el Estado o por<br />

los particulares, si ha de ser colectiva o individual, si ha de ser en propiedad o en alquiler, así<br />

como también se desarrollan aspectos exclusivamente técnicos, referidos al plano funcional:<br />

tipologías distributivas, asoleamiento, agrupamiento, dimensionamiento; al plano construc-<br />

221 Bourdieu afirma que el habitus impone las formas de visión y de diferenciación entre los agentes. En este sentido, los arquitectos<br />

no están preparados, en ese momento, para poder percibir este fenómeno como algo significativo vinculado a la<br />

profesión.<br />

222 Esta situación se dio no sólo en Buenos Aires sino en las principales capitales de provincia. En Mendoza, por ejemplo, la<br />

acción de Manuel y Arturo Civit en la Dirección Provincial de Arquitectura dejó como saldo en la década del ‘30 numerosas<br />

obras racionalistas entre las que se cuenta el primer barrio obrero construido por el Estado provincial: las Casas Colectivas.<br />

En lo urbano, el Plan Regulador de 1940 ganado por el equipo de Cravotto-Scasso-Beretervide-Belgrano Blanco<br />

fue pionero en el país.<br />

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