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Silvia Augusta Cirvini<br />

El ejercicio profesional en la administración pública en la década justicialista perdió<br />

notablemente autonomía, como campo intelectual, respecto de las décadas anteriores, pero<br />

ganó en eficacia en cuanto a los resultados. No sólo había imposición en el plano simbólico,<br />

respecto de lo formal y el estilo, sino en cuanto a los programas de las obras y de<br />

las terminaciones y calidades de la construcción para usos sociales. Hay una clara subordinación<br />

de la función de los técnicos al proyecto político y una firme posición oficial acerca<br />

de quien tiene el poder de decisión sobre la obra pública, desde la planificación más general<br />

hasta la definición de los detalles de terminación de las obras:<br />

“…Los ingenieros y arquitectos de la Fundación proyectan sobre mis grandes planes (…)<br />

pero después yo pongo en cada obra todo lo que ellos no vieron (…) sobre todo al principio<br />

me costaba hacerles entender que (…) las viviendas no debían ser lugares para dormir<br />

sino para vivir alegremente”(…)<br />

“A mí me ha tocado destruir con mi obra viejos conceptos (…) Por eso mis hogares son generosamente<br />

ricos (…) más aún, quiero excederme en esto. Quiero que sean lujosos. Precisamente<br />

porque un siglo de asilos miserables, no se puede borrar sino con otro siglo de<br />

hogares excesivamente lujosos. Sí. Excesivamente lujosos. No me importa que algunas visitas<br />

de compromiso se rasguen las vestiduras y aun con buenas palabras me digan: –¿por<br />

qué tanto lujo? O me pregunten casi ingenuamente: –¿No tiene miedo que al salir de aquí<br />

estos descamisados se conviertan en inadaptados sociales. –¿No tiene miedo que se acostumbren<br />

a vivir como ricos? No, no tengo miedo. Por el contrario; yo deseo que se acostumbren<br />

a vivir como ricos (…) que se sientan dignos de vivir en la mayor riqueza (…)<br />

al fin de cuentas todos tienen derecho a ser ricos en esta tierra argentina (…) y en cualquier<br />

parte del mundo”. 51<br />

Para finalizar, un señalamiento vinculado con la actividad de las “mujeres arquitectas”<br />

en la administración del justicialismo. El crecimiento de la matrícula femenina en la<br />

Escuela había sido notable durante toda la década del ‘40. Fue durante los gobiernos justicialistas<br />

cuando las mujeres arquitectas comenzaron a conseguir un espacio, dentro de la<br />

administración pública. La primera egresada de la Escuela (en 1929), Finlandia Pizzul ingresó<br />

en 1946 al Departamento de Arquitectura Hospitalaria del Ministerio de Obras Públicas,<br />

realizando importantes obras de arquitectura hospitalaria en el país. La segunda arquitecta<br />

graduada, María Luisa García Vouillos fue autora junto a René Nery del Balneario<br />

de Núñez en 1947. 52<br />

2. Los Concursos de Arquitectura<br />

2.1. Acerca de los Concursos como práctica y como dispositivo<br />

La realización de Concursos en la disciplina arquitectónica fue un procedimiento instaurado<br />

con la Modernidad, desde fines del siglo XVIII, como parte del habitus profesional<br />

liberal estructurado por las Academias en Europa. Desde nuestra perspectiva nos interesa<br />

analizar cómo y cuándo se inscribió esta nueva práctica dentro del proceso de<br />

desarrollo de la disciplina y la profesión en nuestro país. Nuestra hipótesis contempla la<br />

51 Eva Perón, La razón de mi vida, citado por: Ana Lía Chiarello, op. cit., p. 11<br />

52 Cf. Ramón Gutiérrez, “Las primeras arquitectas”, en Capítulo 7 1945-1955: Sociedad Central de Arquitectos. 100 años de<br />

compromiso con el país, Buenos Aires, 1993, p. 176.<br />

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