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Nosotros los Arquitectos<br />
condición de “moderno” y por el apoyo de la prensa técnica al uso del hormigón armado.<br />
Sin embargo, también hubo en ellas espacio para la crítica: para la elite porteña, el arte nuevo<br />
(en todas sus vertientes) era una “novedad de mal gusto”, y aun las revistas ilustradas de<br />
la época se refieren a sus obras como “mamarrachos”, “adefesios” y “extravagancias”. 52<br />
La prensa especializada apuntará entonces a establecer la diferencia entre el “arte moderno”<br />
(aceptado, conveniente e ineludible) y el “arte nuevo” (rechazado por antiestético,<br />
perjudicial y producto de la improvisación de los advenedizos).<br />
Enrique Chanourdie elogiaba, en 1903, la obra ganadora del primer premio del Concurso<br />
de Fachadas, del Arq. Le Monnier: …“contemplando las bellezas de esta obra de arte<br />
moderno que, por fortuna, nada tiene de ese art nouveau con que tanto se pagan los noveleros<br />
desprovistos de brújula y frecuentemente escasos de sentido común (…) ese cornisón serpenteado,<br />
rematado por dos semicírculos con sus mensulitas que parecen rayos troncados de una rueda<br />
de carro apretado por algún tranvía eléctrico”. 53<br />
Hacia el Centenario, la revista Arquitectura publica un artículo (traducción del académico<br />
español L. M. Cabello y Lapiedra de un trabajo de M. Fierens Gaevaert) en la que<br />
se da difusión a las tendencias modernas en arquitectura, en los diferentes países de Europa.<br />
54 La escuela belga, la francesa, la alemana, la vienesa, la de Darmstadt, la inglesa, la holandesa,<br />
la escandinava y la escocesa, son descriptas a partir de sus más significativos exponentes.<br />
El traductor señala la inexplicable omisión del modernismo español (también se<br />
ignora el floréale italiano) y remite a publicaciones de Barcelona para tratar el tema. Hay<br />
una clara preferencia por la arquitectura moderna belga y vienesa: V. Horta, M. Vandevelde,<br />
Otto Wagner, Olbrich, Beherens, etc.:<br />
“Toda una generación nueva se alza, desligada de los antiguos prejuicios, decidida a construir<br />
obras personales, renunciando al gótico, al cruel renacimiento flamenco, a todos los<br />
estilos pasados, a todos los trabajos extravagantes de restauración y al saqueo arqueológico,<br />
por el cual el genio arquitectónico se ha visto comprometido durante todo un siglo”. 55<br />
En 1916, la crítica al arte nuevo apunta no ya a los intrusos al campo sino a los arquitectos,<br />
que desde una posición periférica, llevaron el estilo a grandes obras como por<br />
ejemplo, el famoso Pasaje Güemes, de F. Gianotti. René Villeminot desarrolla una pormenorizada<br />
crítica de esta obra que abarca aspectos estéticos y expresivos de los materiales empleados,<br />
en particular el hormigón armado. 56 Es significativo señalar que mientras la Revista<br />
Técnica le dio un importante espacio y fue generosa en la crítica del que era el edificio<br />
más alto y moderno de la ciudad, la Revista de Arquitectura señalaba una posición más dura<br />
y ortodoxa.<br />
En 1923, también la revista El Arquitecto se pliega a la crítica oficial de la corporación,<br />
al flamante Pasaje Barolo sobre Avda. de Mayo, de M. Palanti, obra innovadora en<br />
53 Chanourdie citado por Patricia Méndez, “La crítica de todos los ignorantes. Los concursos y proyectos de Eduardo Le<br />
Monnier” en: LE MONNIER. Arquitectura Francesa en la Argentina, Cedodal, Buenos Aires, 2001, pp. 83 y ss.<br />
54 M. Fierens Gaevaert. “Las escuelas de Arquitectura Moderna”, en: Arquitectura, Nº 61, Enero/Febrero 1910, (traducción), p.10/18.<br />
55 Ibídem, p.13.<br />
56 René Villeminot, “Algunas críticas sobre el Pasaje Güemes”, en Revista de Arquitectura, Octubre de 1916, pp.32 a 35.<br />
57 “Carta abierta”, en El Arquitecto, Nº 36, Vol. III, julio de 1923. Palanti trabajó para los más encumbrados miembros de la<br />
colectividad italiana, realizando obras como el Pasaje Barolo de una envergadura (inmobiliaria y edilicia) inusual en la época.<br />
Palanti tuvo en relación con sus colegas connacionales una mayor capacidad y posibilidad de acumulación de capital<br />
simbólico, además de una importante producción arquitectónica, escribió y teorizó sobre su obra. Respecto de su trayectoria<br />
consultar el citado artículo de F. Aliata.<br />
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