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Nosotros los Arquitectos<br />

Congreso Internacional de Arquitectos de Budapest, que “…sin detrimento de las concepciones<br />

artísticas, estiman que el Arquitecto debe capacitarse en muchos aspectos técnicos<br />

nuevos, que surgen de las necesidades actuales…”. 56<br />

Un año más tarde Christophersen insiste en la necesidad de adecuar la formación del<br />

arquitecto a los tiempos que corren:<br />

“El arquitecto debe ser, además del artista que concibe la obra, un hombre práctico que<br />

estudie la mejor forma de realizarla con economía y solidez, agregando a ésta todos los halagos<br />

del confort requerido por las nuevas exigencias de los locatarios al tiempo que consiga<br />

el apetecido rendimiento para el capitalista, lo que sólo logrará un arquitecto de espíritu<br />

práctico y de plenos conocimientos de las necesidades del público.”<br />

(…) “¡Dichosos los arquitectos del renacimiento, cuya única preocupación era la belleza<br />

de la obra!”<br />

(…) “El arquitecto de hoy tiene que estudiar infinidad de soluciones a nuevos problemas<br />

insospechados antaño y de los cuales en parte jamás recibió una debida enseñanza en las<br />

escuelas de arquitectura por cuanto estos establecimientos han continuado, ya sea por tradición<br />

o por dejadez una enseñanza que no está a la altura de las necesidades de nuestra<br />

vida moderna.” 57<br />

Es decir Christophersen reconoce que la formación artística de la Escuela es buena<br />

pero que los alumnos ingresan en el mundo laboral sin las herramientas necesarias para<br />

“abordar el lado práctico de la carrera”, que es necesario familiarizarlos “no sólo con el pasado<br />

sino con el presente, de manera que fijen su atención no solamente en el aspecto artístico<br />

de su composición, sino en los medios de que disponen para realizar su obra, teniendo<br />

en cuenta las exigencias de nuestra vida moderna”. 58<br />

El debate desaparece de la prensa especializada en la década del ‘20, con el campo disciplinar<br />

y una tradición ya consolidados, donde ya no se discute si la Arquitectura es Ciencia<br />

o Arte. La realidad que imponen las necesidades de una sociedad moderna torna indiscutible<br />

la creciente importancia de la componente científica y técnica en el quehacer<br />

arquitectónico. La legitimación de los derechos privativos sobre lo artístico hace posible que<br />

se expongan una variedad de posiciones respecto del significado de la producción en la búsqueda<br />

de la adecuación, no sólo funcional dentro de la modernización sino también simbólica,<br />

en aspectos del terreno cultural: la nacionalidad, la identidad, la codificación entre el uso<br />

y el estilo, la adecuación del diseño y la respuesta formal a las condiciones de lugar y tiempo.<br />

2.3. Enseñanza de la arquitectura<br />

2.3.1. El debate europeo en Buenos Aires<br />

En Europa, la consolidación y autonomización del campo artístico en el siglo XIX<br />

favoreció el restablecimiento de la figura del “arquitecto artista”, esa conjunción ideal de<br />

artista, creador y genio, que dominaba las tres bellas artes: arquitectura, pintura y escultu-<br />

56 Alejandro Christophersen. “Apuntes para una lógica orientación de la enseñanza de la arquitectura”, Revista de Arquitectura,<br />

Año XVII, Nº 123, marzo de 1931, pp.111 y ss.<br />

57 Alejandro Christophersen. “Nuestra profesión frente a las exigencias de la actualidad”, Revista de Arquitectura, Año XVIII,<br />

Nº 140, agosto de 1932, pp.367 y ss.<br />

58 Ibídem, p.368.<br />

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