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Nosotros los Arquitectos<br />

En 1923, el CEA integraba el conjunto de instituciones que reclamaban por una reglamentación<br />

del ejercicio profesional. Existe un evidente interés de parte de los estudiantes<br />

de defender y definir la validez del título que buscan alcanzar, y con ello garantizar un<br />

espacio en el mercado laboral. En una contundente nota al decano de Ciencias Exactas lo<br />

conminan a resolver un tema pendiente desde 1904 con el tratamiento de la ley Avellaneda<br />

- Varela Ortiz: el de la delimitación de las incumbencias, atribución que según la ley<br />

universitaria vigente, correspondía determinar a cada facultad sobre los títulos que expedía.<br />

Es importante señalar que son los estudiantes quienes formalizan en la prensa la denuncia<br />

por la permanente usurpación de títulos profesionales y señalan que aquéllos que<br />

se abrogan derechos que no les corresponden, de títulos que no poseen, no son sancionados<br />

porque no está legalmente estipulado el alcance de los mismos. 109<br />

La apertura de la matrícula universitaria, que se produce con Irigoyen en la presidencia<br />

hacia una porción de la clase media, despertaría algunos conflictos entre quienes<br />

no podían costear todos los gastos de la carrera. El CEA bregaba por el otorgamiento de<br />

becas a los alumnos egresados con medalla de oro, para poder concretar el clásico viaje de<br />

estudios a Europa, el cual fundamentan como parte esencial de la formación que debe<br />

brindarles la Escuela:<br />

“…con objeto de visitar los ejemplos tradicionales, conocer los progresos de los siempre renovados<br />

procedimientos de construcción y de la teoría de la Arquitectura. Tenemos en las<br />

materias esenciales buenos profesores y entusiasmo, nos falta el complemento necesario de<br />

esos dos factores: buenos ejemplos. Es cierto que las fotografías dan una idea parcial o fragmentaria<br />

de la realidad, y que los libros, la prensa, llegan después que todos en el extranjero<br />

digirieron los conocimientos que tratamos. Esta es una cuestión que como todas está<br />

reglamentada, [por la Facultad] pero que por una inexplicable economía no se aplica, si<br />

es que se pueden llamar economías las que se hacen en la instrucción universitaria porque<br />

no son tales para los intereses generales del país”. 110<br />

Las características de la carrera (cursado intensivo, entregas periódicas de proyectos,<br />

esquicios y exámenes prolongados, alto costo de los materiales para dibujo) restringían las<br />

posibilidades de expansión de la matrícula hacia las clases medias. Se requería tanto del<br />

talento y la vocación, como de recursos económicos para sostener a un estudiante de arquitectura.<br />

Una de las pocas alumnas que tenía la Escuela hacia principios de la década<br />

del ‘40 nos decía:<br />

“Había que ser un poco fuera de serie para estudiar Arquitectura entonces, y tener una<br />

familia que sostuviera ese estilo de vida. La mía me pasaba semanalmente $100 para gastos,<br />

400 al mes, que era el sueldo que, con Perón en el ‘43, tenía el gerente del Banco de<br />

la Nación. Gastábamos mucho en materiales, además, nos juntábamos todos los días después<br />

de clase, en «El Querandí», en calle Perú, era famoso su sándwich de pavita…” 111<br />

Desde 1945 se sucedieron, en consonancia con la política nacional, una serie de<br />

acontecimientos que desencadenaron una situación crítica entre el CEA y la Sociedad Central<br />

de Arquitectos. En Ciencias Exactas, se vivía un clima de conflicto derivado de la intervención<br />

nacional a las universidades, las cesantías y renuncias de docentes, generando<br />

109 Cf. “Crónica de la Escuela de Arquitectura”, en: Revista de Arquitectura, octubre de 1923, pp. 87 y 88.<br />

110 “Crónica de la Escuela de Arquitectura”, en: Revista de Arquitectura, Nº 29, mayo, junio de 1921, p. 17.<br />

111 Entrevista personal realizada a Colette Boccara, julio de 2001, Mendoza. (Ver trayectoria en Apéndice).<br />

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