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Silvia Augusta Cirvini<br />

del ‘80” y el segundo es el que remite a los valores del ideario revolucionario de mayo, condensados<br />

tanto en el valor de la pirámide, como en lo que deben ser los festejos, sus monumentos,<br />

y en el inicio de la conservación de testimonios del pasado en el patrimonio histórico<br />

colonial y los museos nacionales.<br />

La aparición de estas otras voces, diferentes de la oficial, desde la década del ‘80 y hasta<br />

el Centenario, si bien no consigue una modificación sustancial en las bases del proyecto<br />

del roquismo, logra importantes rectificaciones que dejan marcas en el espacio urbano.<br />

De hecho la Pirámide se conservó y sólo sufrió el traslado al centro del nuevo trazado de<br />

la plaza en 1914; es esencialmente la misma que aún se conserva, y el monumento proyectado<br />

en ese sitio nunca se construyó.<br />

La posición de Ricardo Rojas fue particularmente desarrollada dentro de este ensayo<br />

en el análisis del debate sobre la “Arquitectura y Arte nacionales” y las vinculaciones que<br />

su obra y su discurso tuvieron con la producción de este movimiento dentro de la cultura<br />

arquitectónica argentina. Lo único que cabe señalar en este tema de concursos, monumentos<br />

y grandes obras del Centenario, es que Rojas tenía todo un programa a seguir que abarcaba<br />

desde la preservación patrimonial hasta la nomenclatura de las calles y la toponimia,<br />

desde la nacionalización de la educación hasta la formación de museos:<br />

“La historia no se enseña solamente en la lección de las aulas: el sentido histórico, sin<br />

el cual es estéril aquélla, se forma en el espectáculo de la vida diaria, en la nomenclatura<br />

tradicional de los lugares, en los sitios que se asocian a recuerdos heroicos, en los restos<br />

de los museos y hasta en los monumentos conmemorativos, cuya influencia sobre la imaginación<br />

he denominado la pedagogía de las estatuas”. 87<br />

Para Rojas, los monumentos constituyen una red que opera sobre la ciudad otorgándole<br />

significado, es el espíritu sobre la materia anómica de la mercantilizada ciudad cosmopolita.<br />

Si bien podría decirse que su posición es antimoderna, Rojas no niega el progreso material<br />

ni centra su crítica contra el presunto efecto disolvente de la inmigración en la cultura: propone<br />

una integración, un giro en el proyecto modernizador que permita compatibilizar tradición<br />

y modernidad (en el tema educación apoya y alimenta la reforma de Ramos Mejía).<br />

Por ello, con esta reapropiación simbólica de las ciudades, que según el autor, nos son ajenas<br />

como producto del eclecticismo extranjerizante, Rojas es también antiecléctico y antiacadémico,<br />

y apoyará el surgimiento de la nueva corriente nacionalista entre los arquitectos.<br />

Leopoldo Lugones realiza una crítica integral, desde nuestro punto de vista, vanguardista<br />

respecto del Monumento a Mayo. La crisis de la estética y la lógica compositiva academicista<br />

se dejan traslucir en sus comentarios, no exentos de ironía y cierta petulancia,<br />

que sintetizara en una conferencia dictada luego de su visita a la Sociedad Rural donde estaban<br />

expuestos los trabajos. 88 Lugones no acordaba con diferentes tópicos referidos al monumento<br />

y al proceso de su gestación:<br />

• No está de acuerdo con el llamado a Concurso ni con las comisiones de “notables”<br />

como la del Centenario. La práctica de los concursos tan defendida desde lo corporativo<br />

era totalmente desconsiderada y vista como obstáculo tanto por la com-<br />

87 Ricardo Rojas. La restauración nacionalista (1909), Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, Buenos Aires: Talleres Gráficos<br />

de la Penitenciaría Nacional, Cap.VII, p. 357. El destacado figura en el original.<br />

88 La conferencia fue publicada junto a otros trabajos: “El templo del Himno” y “La Cacolitia” en 1910 con el nombre de<br />

Piedras Liminares.<br />

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