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Nosotros los Arquitectos<br />

1) El ejercicio de la Arquitectura debe ser “libre”, el Arquitecto es un artista y como<br />

tal no puede estar sujeta su labor artística a reglamentos, leyes o condiciones que<br />

no provengan estrictamente del campo disciplinar. Por ello se opondrán a la ley de<br />

diploma obligatorio y a la actitud de exclusión que adopta la Sociedad Central de<br />

Arquitectos respecto de los no diplomados; a las Comisiones de Estética municipales,<br />

dirigidas por funcionarios y comerciantes, a los jurados de Concursos con<br />

predominio de integrantes carentes de formación artística, etc.<br />

2) Si bien admiten que el cliente es el único que puede imponer criterios al Arquitecto,<br />

son críticos mordaces del mal gusto, de la moda de “estilos”, del deseo de singularidad<br />

y prestigio a través de las fachadas y del asesoramiento de amigos que<br />

creen conocer lo más novedoso del arte europeo.<br />

3) Se oponen también a la actitud dependiente de la clase política y los funcionarios<br />

que contratan en Europa a profesionales “notables” desconociendo la capacidad y<br />

calidad de los arquitectos locales. En cuanto al Plan Bouvard, 21 V. Jaeschke le hizo<br />

una crítica sistemática, exhaustiva y prolongada durante años, y recibió el apoyo<br />

solidario de C. Altgelt quien decía: “No creo que una sola persona competente en la<br />

materia opine de diferente manera, pero usted y yo somos argentinos, no venimos de<br />

París. París, en cuyos boulevares y centros de diversión, como en todas las grandes capitales,<br />

uno se codea con 10 veces más imbéciles que gente de talento, y a dónde muchos van<br />

baúl para volver petaca, y, cuando estuvimos en la Meca, no nos hicimos compinches de<br />

los peregrinos que en Sud América manejan los títeres de la política nacional, provincial,<br />

comunal y comercial”. 22<br />

Ahora bien, ¿cómo contribuyen estos tópicos a profundizar o resolver la oposición<br />

ingenieros / arquitectos? Según esta posición crítica dentro de la corporación, los<br />

ingenieros sostienen posiciones privilegiadas y desde esos lugares intervienen en forma<br />

directa o indirecta a través de funcionarios del poder político sobre el cual tienen influencias<br />

para, por un lado mantener sus prebendas y por otro, impedir el fortalecimiento<br />

institucional de los arquitectos en la sociedad. Es decir, desde la posición más<br />

crítica y combativa de la corporación, los Ingenieros manejan la obra pública del Estado,<br />

tienen un rol decisivo en los Concursos, dirigen las instituciones de formación profesional<br />

y están más cerca de los resortes de poder. Es tiempo de blancos y negros, de<br />

posiciones radicales y taxativas, y aunque existen motivos reales para ver de este modo<br />

la situación, consideramos que esta visión está acentuada por el momento fundacional<br />

del campo, que necesita de emblemas aglutinadores para reforzar la identidad grupal,<br />

con metas claras para alcanzar la construcción de un “nosotros”, diferente, único, necesario.<br />

El papel que cumplían estos miembros combativos como integrantes del campo<br />

era útil dentro de una estrategia grupal y sin dudas, tenía la anuencia y la complacencia<br />

de los sectores más conservadores que detentaban posiciones centrales y dominantes,<br />

quienes podían capitalizar toda esta acritud en la tarea de consolidar espacio para<br />

la corporación.<br />

21 Nos referimos al plan de apertura de diagonales para Buenos Aires, proyectado por Jean Bouvard, Administrador de Obras<br />

Públicas de Paris, en 1907.<br />

22 C. Altgelt, citado por: Jorge Tartarini, Cap. 3 (1901-1915), en: Sociedad Central de Arquitectos. 100 años de compromiso<br />

con el país, Buenos Aires, 1994, p.66.<br />

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