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ICOM International Council of Museums - International Institute for ...

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fundación especial o un fideicomiso - se debería pensar que las propuestas de laUNESCO para la definición de paisajes culturales encuentran en San Dionisio uno delos mejores candidatos (cfr. Cicop 1999). Ante dicha posibilidad habría que detenerseun momento y reflexionar sobre la aplicabilidad de otros modelos de protección ysignificación al área en cuestión:- Como zona arqueológica. En este sentido, cabría pensar solamente en el rancho LasFlores o pueblo viejo de San Dionisio y situarlo dentro de la categoría que engloba aotros grandes sitios mexicanos como Teotihuacan, El Tajín, Palenque o Chichen Itzá.De ahí surgiría una problemática similar a la que el INAH enfrenta a diario con losplanes de manejo de sitio y su acondicionamiento para la visita por grandescantidades de turistas. La interpretación de los hallazgos se pondría en función deldiscurso <strong>of</strong>icial-turístico elaborado para Monte Alban, la otra gran ciudad zapoteca, ylos museos establecidos, y la derrama económica dificilmente beneficiaría a lacomunidad – quien sería la encargada y responsable del mantenimiento de la zona. Elmuseo comunitario ubicado en el pueblo sería un asunto aparte, cuya sobrevivenciadependería de la habilidad de su comité de <strong>for</strong>mular un discurso propio y relevantepara la población local.- Como parque o reserva arqueológica. Esta opción permitiría elaborar unainterpretación de área, ligada a una versión menos dominante de la narrativa <strong>of</strong>icialregional, dejando la administración en manos de un Consejo o Sociedad que trabajaríade cerca con la gente del lugar. En el museo comunitario, por su parte, sepr<strong>of</strong>undizaría la problemática arqueológica vinculándola con las tradiciones y eldevenir histórico del poblado (cfr. Rajewski 1968; Jimeno Santoyo y El’Gazi eds.1992;Ripoll López 1998).- Como parque etnográfico. Aunque la propuesta de Foster (1948) se hubiera podidoajustar de maravilla a las condiciones de San Dionisio - aún tomando en cuenta lascríticas de Füzes al respecto (1998) - tenemos que reconocer que la modernidad haacabado con muchas de las prácticas que <strong>for</strong>maban parte de la rutina diaria dentro dela comunidad. En el rancho o pueblo viejo, la emigración a otras ciudades del país ydel extranjero ha llevado al abandono de casi todas las casas tradicionales,perdiéndose in<strong>for</strong>mación valiosísima sobre la antigua <strong>for</strong>ma de vivir en y con lanaturaleza. No obstante, los campos de cultivo – articulados sobre viejas plazas yedificios aún inteligibles - permitirían representar el modo de vida campesino de hoydentro de un antiguo contexto urbano. El museo comunitario serviría para los mismospropósitos que en el caso anterior.- Como parque temático. Salvando la brecha que existe entre las <strong>for</strong>mas de vidaanteriores al siglo XXI y las de hoy, se podrían definir escenarios donde el visitante“conviviera” con los vestigios arqueológicos y etnográficos de la zona arqueológica deLas Flores, presenciando recreaciones más o menos ficticias de las épocas menosremotas del lugar (cfr. Triedo 2003). Los resultados de este ejercicio pueden satisfacera los turistas menos exigentes y traer dinero a la comunidad (cfr. Jolliffe 2000), pero enpoco ayudarían a la salvaguarda e interpretación más pr<strong>of</strong>unda del sitio y sucontinuidad histórica hasta el presente. Aunque un posible museo de sitio o el museocomunitario albergarían las colecciones arqueológicas y etnográficas que servirían deapoyo al discurso <strong>of</strong>recido al visitante, el nivel del primero y el contenido del segundodificilmente empatarían con la mentalidad de los visitantes o con los proyectoshistóricos y sociales de la población local. Como diría de Jong (1994:132):“What belonged within a small community was represented to a large public. The firstethnographer was still a curious voyeur among the participants in the community, but231

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