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La Historia Secreta del Dia D - Ben Macintyre

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Operación Dora

En la tarde del 29 de abril Aloys Schreiber telefoneó a Johnny Jebsen y le pidió

que acudiera a las oficinas de la rua Buenos Aires, y a que quería discutir con él

sobre la concesión de su Cruz al Mérito de Guerra. Jebsen tenía un amigo que

estaba pasando unos días con él en Estoril, Heinz Paul Moldenhauer, un joven

oficial de la Abwehr de la sede de Colonia. Schreiber le sugirió que llevara

consigo a Moldenhauer, porque quería tratar algunas cuestiones de inteligencia

con él.

Jebsen y Moldenhauer llegaron a la oficina al anochecer. El lugar estaba

vacío. En la antesala del despacho de Schreiber había dos hombres sentados a los

que Jebsen solo conocía vagamente, un oficial de comunicaciones llamado Bliel

y Karl Meier, un mecánico civil fornido. Schreiber dio una cálida bienvenida a

Jebsen y Moldenhauer, y después de charlar unos minutos, invitó a Jebsen a que

entrara solo en el despacho principal. Cuando Jebsen se había sentado y la puerta

estaba cerrada, Schreiber le explicó con calma que tenía órdenes de llevarle « a

Berlín por la fuerza, y a que no iría por su propia voluntad» . [1374] Jebsen intentó

escapar por la puerta, pero Schreiber era más rápido, estaba en mejor forma. Le

pegó un puñetazo a Jebsen, y le dejó inconsciente. Cuando volvió en sí se

encontró atado a una silla, junto a Moldenhauer, que había sido vencido por

Meier en la habitación adyacente.

Schreiber le dijo a sus cautivos lo que iba a pasar a continuación: « Iban a

noquearlos y, mientras estaban inconscientes, los colocarían en dos grandes

baúles, en los que serían enviados por coche, esa misma noche, a través de las

fronteras portuguesa-española y española-francesa hasta Biarritz. Para evitar

cualquier posible sorpresa en las fronteras, había decidido drogarlos mediante

inyecciones» . [1375] Schreiber les pidió que se rindieran sin luchar. Jebsen

parecía darse cuenta de que el momento para luchar vendría después. « Ambos

se sometieron a las inyecciones» . [1376]

Hacia las dos de la madrugada, un sedán Studebaker con matrícula

diplomática y dos grandes baúles en el maletero llegó a Badajoz, la frontera para

cruzar a España. En el asiento de atrás iba Schreiber. Meier conocía « las normas

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