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La Historia Secreta del Dia D - Ben Macintyre

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El mensaje fue reforzado, añadiendo información que hubiera supuesto una

violación de la seguridad unas cuantas horas antes, para hacer que la advertencia

fuera más cruda y aumentar aún más el prestigio de Garbo. Finalmente, a las 8

de la mañana, el operador de radio de Madrid o bien se despertó o llegó a

trabajar, y el mensaje fue recogido y se acusó recibo del mismo. En aquel

momento la 3.ª División canadiense ya no estaba recogiendo sus bolsas para

vomitar y preparándose para embarcar, sino bajo el intenso fuego de la 716.ª

División alemana en la play a de Juno, en Normandía.

Lejos de ser una decepción, la no advertencia cuidadosamente cronometrada

de Garbo logró su objetivo. Había transmitido lo que tenía que ser visto, a los ojos

de los alemanes, el soplo de información más importante de la guerra, y se lo

habían perdido. Al igual que el operador de radio de Madrid, a los alemanes les

había pillado dando cabezadas.

En la tarde del 4 de junio, el capitán George Honour maniobró con cuidado su

submarino de bolsillo para situarse en su posición de reconocimiento, a

cuatrocientos metros de la playa con el nombre en clave de « Sword» ; la más

oriental de las play as de desembarco, donde, en solo treinta y seis horas, la 3.ª

División de infantería británica tenía previsto atacar. Elevó el periscopio y miró

detenidamente hacia la costa. « Vimos llegar un camión cargado de alemanes.

Comenzaron a jugar a la pelota en la play a y a nadar y se me ocurrió pensar:

“Espero que no sean nadadores olímpicos y que no naden hasta aquí y nos

descubran”. Se trataba de unos alemanes que estaban pasando un domingo por la

tarde de esparcimiento y que no tenían ni idea de lo que se estaba gestando y les

esperaba» . [1554]

La invasión de Normandía supuso una sorpresa contundente para los oficiales

superiores alemanes, que no solo no estaban preparados, sino absolutamente

relajados. Rommel, que estaba a cargo de mejorar las defensas del canal de la

Mancha, se encontraba a ochocientos kilómetros de distancia, en su casa de Ulm,

celebrando el cumpleaños de su mujer. Hans von Salmuth, del Decimoquinto

Ejército, que defendía la zona de Calais, estaba en una partida de caza. El jefe de

inteligencia coronel Georg Hansen estaba tomando las aguas en Baden-Baden.

Los comandantes de divisiones de la zona del Séptimo Ejército se habían

marchado para un ejercicio de simulacro de guerra en Rennes, cuyo objetivo

era simular un desembarco aliado. La marina alemana, que había informado de

que una invasión sería « improbable» [1555] debido al mal tiempo, canceló sus

patrullas en el canal de la Mancha, y a las tropas de los refugios y búnkeres se les

dijo que descansaran. El informe de situación de Von Roenne del 6 de junio ni

siquiera mencionaba Gran Bretaña y se centraba, casi exclusivamente, en el

Mediterráneo.

El día antes del Día D, Rundstedt, con un millón y medio de hombres de la

Wehrmacht a su mando, envió un informe de situación tranquilizador: « Que la

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