08.04.2021 Views

La Historia Secreta del Dia D - Ben Macintyre

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

con tinta invisible, que llegaría a la capital portuguesa después del Día D, prueba

ex post facto de que su advertencia había sido auténtica. Fue una de las

creaciones de más calidad de Bronx.

Después de un cóctel me quedé en el Club Four Hundred con el

capitán David Ormsby -Gore. Tras beber una cantidad considerable de

alcohol, me dijo que al día siguiente escucharía en la radio unas noticias

asombrosas, ya que iba a haber un ataque aerotransportado contra la base

de submarinos de Burdeos, preludio de la invasión. Ay er vino a verme,

muy alterado, y me pidió que le jurara que no diría nada y a que estaba

borracho y ahora el ataque se había pospuesto un mes, y que si

reproducía la conversación pondría en peligro miles de vidas. Estoy

convencida de que decía la verdad y, por tanto, he decidido mandarle un

telegrama para avisarle del ataque. [1501]

David Ormsby-Gore era una figura profundamente respetable. Hijo de un

barón, nieto de un marqués y biznieto de un primer ministro, era oficial de la

Artillería Real, y servía en una unidad de reconocimiento secreta, con tropas

aerotransportadas y fuerzas especiales. Después de la guerra se convirtió en

miembro del Parlamento, embajador en Estados Unidos y lord. Fue uno de los

que portó el féretro en el funeral de Robert Kennedy. Suministraba a John F.

Kennedy puros cubanos, que llevaba en valija diplomática. Elvira nunca le había

puesto los ojos encima. No era alcohólico, y nunca hubiera sido tan imprudente

como para hablar de una invasión inminente con alguien como Elvira. Le habían

obligado a aceptar en la ficción; no había tenido elección. David Ormsby-Gore

murió en 1985, siendo un pilar de la clase dirigente británica, y completamente

desconocedor de que había formado parte, sin querer, de un aviso a los alemanes

sobre una invasión que nunca existió.

El día que Elvira mandó su telegrama a Lisboa, el comandante Ignacio

Molina Pérez, oficial de caso español y espía de los alemanes, estaba mirando

desde una ventana de la Casa de Gobierno de Gibraltar, al patio de debajo,

cuando vio detenerse un gran coche del que salió una figura reconocible de

inmediato, « en uniforme de campaña y con su famosa boina» . [1502] El

gobernador, el teniente general sir Ralph « Oxidado» Eastwood, le dio la

bienvenida. Con la ventana abierta Molina podía escuchar cada palabra.

—Hola, Monty, me alegro de verte [1503] —dijo sir Ralph.

—Hola, Rusty, ¿qué tal estás? [1504] —dijo el teniente Clifton James, hasta

hacía poco principal atracción del mundo de las variedades de Leicester.

A Molina le habían invitado a la Casa de Gobierno para tratar de cuestiones

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!