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La Historia Secreta del Dia D - Ben Macintyre

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nunca» . [278]

Finalmente Bibi dio el paso, pero de manera cautelosa. Sin venir a cuento hizo

la observación de que « su banquero portugués le había dicho que había paquetes

de dinero que hacer en Inglaterra en ese momento» . Hubo una pausa.

« Podríamos hacer un pequeño negocio juntos» . Elvira sintió que ahí tenía, por

fin, « una oportunidad de empezar a justificar mi salario del SIS. Agucé el oído» .

« —¿Cuánto necesita una mujer como tú para vivir realmente bien en

Londres? —preguntó el alemán.

» Elvira le dijo que estaría muy feliz con “cualquier cosa por encima

de cien al mes”.

» —Eso es muy poco —dijo Bibi, sintiéndose aliviado—. Y muy fácil

de realizar.

» —¿Cómo? —preguntó Elvira» .

Se sentaron a hablar en el desierto paseo marítimo de Cannes hasta las tres de

la madrugada. Bibi le explicó que tenía « amigos» que pagarían de manera

generosa a cambio de información política, financiera e industrial sobre Gran

Bretaña. « Después de la guerra, todo el mundo será muy pobre así que depende

de cada uno de nosotros tratar de hacer algo de dinero ahora. Después de todo,

esto es lo único que cuenta» . [279] Fue « bastante impreciso» [280] sobre

exactamente cómo debería conseguir esa información. Mientras Bleil miraba

fijamente el oscuro Mediterráneo, dijo con seriedad: « Deberás ser

extremadamente cuidadosa y no decir nada a nadie sobre el asunto. Porque, si lo

haces, serás la primera que lo pague» . [281] Sus palabras se cernieron entre la

advertencia y la amenaza.

En cuarenta y ocho horas, Bibi informó que sus « amigos» habían aceptado

pagarle cien libras al mes « para empezar y sumas adicionales a cambio de

buena información» . [282] Las cantidades se pagarían a través de cuentas

corrientes suizas y portuguesas, camufladas como pensión alimenticia de su ex

marido. Su nombre en clave sería « Dorette» y le dijo que se comunicaría

utilizando tinta invisible, « un truco maravilloso» [283] mediante el cual les

podría escribir sin que nunca la descubrieran. Las cartas se enviarían a Chauvel

al hotel de París, Monte Carlo o a una dirección que era una tapadera en Lisboa.

« Solo queremos hechos, no opiniones o reacciones…» [284]

Elvira le interrumpió.

« —Esto y a es muy diferente del “pequeño negocio” inicial que se

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