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La Historia Secreta del Dia D - Ben Macintyre

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guerra, informando de la comunidad alemana en Gran Bretaña. Su obra Third

Party Risk se estrenó en el Teatro St Martin en 1939, y poco después se mudó a

La Haya, bajo cobertura diplomática, para espiar a los alemanes. Allí el

secretario del agregado naval alemán se quedó prendado de ella, y Gisela

parecía a punto de penetrar en la legación alemana cuando se produjo un

desastre. En noviembre de 1939, dos agentes del MI6 fueron atraídos a una cita

en Venlo, en la frontera holandesa, en la creencia de que se iban a encontrar con

un oficial antinazi, y fueron secuestrados. Sorprendentemente uno de ellos

llevaba una lista de los nombres de los agentes británicos en el bolsillo,

incluy endo, como cabía temer, el de Gisela Ashley. Rápidamente le dijeron que

tenía que regresar, y fue asignada a la sección de Robertson. Para entonces el

hermano de Gisela era capitán de un submarino, pero la lealtad de la Sra. Barton

nunca se puso en duda. Con su « verdadera comprensión de la mentalidad

alemana y nazi» [353] desempeñó un papel vital en la B1A, y en tanto que única

mujer en una unidad formada por hombres, ofreció un importante correctivo a

algo del más extremo chauvinismo que la rodeaba. Masterman casi no notaba a

las mujeres; Marriott consideraba que el sexo opuesto era aburrido e

impredecible; Wilson rechazaba permitir mujeres abogadas en su bufete. Pero

no podían ignorar a Gisela Ashley. La vivaz Sra. Barton, la secretaria que abría su

correo y dirigía la oficina de Tarlair, era Gisela Ashley, agente especial,

colocada cuidadosamente al lado de Popov para vigilarlo.

Christopher Harmer señalaría posteriormente: « Yo digo que gracias a Dios

por Tar, él nos advertía y animaba y, si estábamos haciendo algo estúpido, nos

regañaba con tacto y persuasión en lugar de mediante directrices» . [354] Tar

Robertson era un « líder nato» , [355] según Masterman, « dotado de un criterio

independiente» , [356] pero también era un firme creyente en mezclar los

negocios y el placer. En efecto, no veía la distinción entre ambos, y era devoto de

las comidas de tres horas. El rango contaba poco: Robertson era comandante, y

terminaría la guerra como teniente coronel, pero la may or parte del personal de

la B1A no tenía ningún rango militar. Pero bajo las bromas de colegio, los juegos

de palabras y las burlas, corrían profundas venas de ansiedad, en una comunidad

cauterizada por el secretismo y llena de incertidumbre. Todos los oficiales de

caso eran profundamente conscientes de que un solo error podía provocar el

derrumbe de todo el proyecto, con consecuencias catastróficas. Las Fuentes Más

Secretas mostraban que los alemanes estaban evaluando y reevaluando a sus

agentes constantemente, confiando y dudando de ellos, y que esos juicios, a su

vez, debía ser evaluados y reevaluados por la Sección B1A, lo que le llevó a Tar a

señalar: « En este juego uno nunca llegaba a saber cómo se le aparecen las cosas

a la oposición, aunque uno haya hecho el máximo posible para imaginárselo» .

[357]

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