LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA
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voluntad consciente de un hombre, siempre que se esfuerza en pos del ideal, aspiran a una cosa sólo<br />
imaginada vagamente y de forma inexacta. Mientras tanto, las fuerzas del crecimiento puramente<br />
orgánico caminan hacia su resultado prefigurado y su pugna consciente arrastra aliados subconscientes<br />
disimulados, que a su manera trabajan por el reajuste, y éste, hacia el que todas esas fuerzas más<br />
profundas tienden, es definitivo, y definitivamente diferente del que coinciden y deciden<br />
conscientemente. En consecuencia, por estar interferido (embozado, por decirlo así, como la palabra<br />
perdida que pretendemos demasiado enérgicamente recordar) por su esfuerzo voluntario que se decanta<br />
hacia la dirección genuina.<br />
Starbuck pone el dedo en la raíz de la cuestión cuando afirma que ejercer el deseo personal es<br />
vivir todavía en la región donde el yo imperfecto es la cosa más apreciada; allí, donde, por el contrario,<br />
las fuerzas subconscientes toman el mando, el yo mejor in posse es el que dirige la operación. En lugar<br />
de ser estimulado tosca y vagamente desde fuera, se instituye entonces en centro organizador. ¿Qué<br />
debe hacer una persona? “Debe ceder - dice el profesor Starbuck -, es decir, ha de recurrir al poder que<br />
lleva a la virtud, que brota de su propio ser y dejar que acabe el trabajo que comenzó a su manera... El<br />
acto de rendirse, desde este punto de vista, es liberarse para una nueva vida, haciéndola el centro de una<br />
personalidad nueva y viviendo, desde dentro, la verdad de aquello que antes se percibía<br />
objetivamente”. 17<br />
“La necesidad del hombre es la oportunidad de Dios”, es la manera teológica de afirmar el<br />
hecho de la inexorabilidad de la rendición, mientras que la manera fisiológica de decirlo sería: “Que<br />
cada cual haga lo que pueda y el sistema nervioso hará el resto”. Con las dos afirmaciones subrayamos<br />
en el mismo hecho. 18<br />
Para decirlo en términos de nuestro simbolismo propio, afirmaríamos: cuando el nuevo centro<br />
de energía personal ha estado incubado durante tanto tiempo, por estar a punto de abrirse como una<br />
flor, la única cosa que podemos decir es “las manos quietas”, y brotará espontáneamente.<br />
Hemos usado el lenguaje vago y abstracto de la psicología, pero siempre y cuando, en los<br />
términos que sea, la crisis descrita es el abandono de nuestros yos conscientes a la merced de poderes<br />
que, sean cuales sean, son más ideales que nosotros, y que llevan a la rendición, veríamos por qué la<br />
autor rendición fue siempre y siempre ha de ser considerada como el punto decisivo de la vida<br />
religiosa, siempre que la vida religiosa sea espiritual y no un asunto de rituales externos y<br />
sacramentales. Se puede decir que la evolución del cristianismo hacia la interioridad consistió en poca<br />
cosa más que en el crecimiento que generó estas crisis de autor rendición. Desde el catolicismo al<br />
luteranismo y al calvinismo, de aquí al wesleianismo y de éste - al margen del cristianismo técnico - al<br />
puro “liberalismo” o al “idealismo trascendental”, tanto si es como si no del tipo de mind-cure, pasando<br />
por los místicos medievales, los quietistas, los pietistas y los cuáqueros, podemos observar los diversos<br />
estadios que progresan hacia la idea de una ayuda espiritual inmediata, experimentada por el individuo<br />
en su desamparo y que no precisa en absoluto de aparato doctrinal ni ritual propiciatorio.<br />
Así, pues, psicología y religión están en perfecta armonía hasta este momento, ya que las dos<br />
admiten que existen fuerzas aparentemente al margen del individuo consciente que redimen su vida. No<br />
obstante, la psicología, al definir tales fuerzas como “subconscientes” y al hablar de sus efectos<br />
afirmando que se deben a la “incubación” o a la “meditación”, implica que no trascienden la<br />
personalidad del individuo y en esto diverge de la teología cristiana que insiste en que constituyen<br />
mediaciones directamente sobrenaturales de la Divinidad. Os sugiero que todavía no consideremos esta<br />
divergencia final y dejemos esta cuestión en suspenso por un momento, una investigación continuada<br />
nos permitirá resolver algunas de las aparentes discordancias.<br />
Volvamos, pues, un momento todavía a la psicología de la autorendición del autoabandono.<br />
Cuando conocemos un hombre que vive en el extremo angustiado de su conciencia, encerrado en su<br />
pecado, su insuficiencia y su incompletud, y en consecuencia inconsolable, y le decimos simplemente<br />
que no le pasa nada, que debe dejar de sufrir, poner fin a su descontento y abandonar la ansiedad, le<br />
17 STARBUCK, p. 115.<br />
18 STARBUCK, p. 113.<br />
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