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LAS VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

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pueden unas cualidades como éstas establecer alguna conexión definida con nuestra vida? Y si cada<br />

una de ellas no requiere ninguna transformación sensible de nuestra conducta, ¿qué diferencia vital<br />

pueden producir en la religión de un hombre que sean verdaderas o falsas?<br />

Por mi parte, aunque me disgusta profundamente decir algo que pueda herir a personas<br />

susceptibles, he de confesar con franqueza que, aunque estos atributos fueran deducidos de manera<br />

impecable, no puedo concebir ninguna consecuencia para nuestra religiosidad de que alguno de ellos<br />

sea verdadero. Decidme, ¿qué acto específico puedo realizar para adaptarme lo mejor posible a la<br />

simplicidad de Dios? O bien, ¿cómo ayuda a ordenar mi comportamiento saber que su felicidad es en<br />

cualquier caso absolutamente completa?<br />

A mitad del siglo pasado, Mayne Reid era el gran escritor de libros de aventuras. Elogiaba<br />

siempre a los cazadores y a los investigadores de campo de las costumbres de los animales, y lanzaba<br />

continuas invectivas contra los «naturalistas de gabinete», como él llamaba a los coleccionistas y<br />

clasificadores, y a los que atesoraban pieles y esqueletos. Cuando era niño, pensaba que un naturalista<br />

de gabinete debía ser el tipo más vil y miserable bajo el sol. Los teólogos sistemáticos son los<br />

naturalistas de gabinete de la deidad, en el sentido del capitán Mayne Reid. Su deducción de los<br />

atributos metafísicos no es sino un intercambio y un juego de adjetivos pedantes, distanciados de la<br />

moral, de las necesidades humanas; algo que podría obtener de la simple palabra «Dios» una de esas<br />

máquinas lógicas de madera y latón que la ingenuidad reciente ha contrapuesto a un hombre de carne y<br />

hueso. Tienen el rastro de la serpiente sobre ellos. Uno presiente que en manos de los teólogos<br />

constituyen sólo una serie de atributos obtenidos por una manipulación mecánica de sinónimos; el<br />

verbalismo ha ocupado el lugar de la visión, el profesionalismo el de la vida. En vez de pan obtenemos<br />

una piedra, en lugar de un pez una serpiente. Si este conglomerado de términos abstractos diese<br />

realmente el quid de nuestro conocimiento de la deidad, las escuelas de teología podrían continuar<br />

floreciendo, pero la religión, la religión vital, habría desaparecido de este mundo. Lo que hace que la<br />

religión persista es algo más que las definiciones abstractas y los sistemas de adjetivos concadenados, y<br />

algo diferente también de las facultades de teología y de sus profesores. Todas estas cosas constituyen<br />

efectos posteriores, añadidos secundarios a aquellos fenómenos de comunión vital con la divinidad no<br />

visible de los que he dado numerosos ejemplos, que se renuevan in saecula saeculorum en la vida de<br />

los hombres más humildes.<br />

Concluyo el tema de los atributos metafísicos de Dios. Desde el punto de vista de la religión<br />

práctica, el monstruo metafísico que ofrecen a nuestro culto es una invención absolutamente inútil de la<br />

mente erudita.<br />

¿Qué diremos ahora de los llamados atributos morales? Pragmáticamente se encuentran en una<br />

posición por entero diferente. Determinan positivamente al temor, la esperanza y son la base para la<br />

vida santa. Sólo hemos de dar un vistazo para mostrar su enorme importancia.<br />

La santidad de Dios, por ejemplo. Siendo santo, Dios sólo puede desear el bien. Siendo<br />

omnipotente, puede asegurar su triunfo. Siendo omnisciente, nos puede observar en la oscuridad.<br />

Siendo justo, puede castigarnos por lo que ve. Siendo amante, puede perdonar. Siendo inalterable,<br />

podemos confiar y contar con El. Estas cualidades se relacionan con nuestra vida y es importante que<br />

estemos bien informados al respecto. El hecho de que el propósito de Dios en la creación fuese la<br />

manifestación de su gloria, también es un atributo que establece relaciones definidas con nuestra vida<br />

práctica. Entre otras cosas, ha dado un carácter definido al culto en todos los países cristianos. Si la<br />

teología dogmática prueba realmente y sin discusión posible que un Dios de estas características<br />

realmente existe, puede reivindicar plenamente que suministra una base sólida al sentimiento religioso.<br />

Pero, en realidad, ¿cómo lo demuestra con argumentos?<br />

Lo demuestra tan mal como argumentaba su existencia. No sólo los idealista poskantianos lo rechazan<br />

de plano, sino que es un hecho histórico que nunca convirtieron a nadie que, dada la índole moral del<br />

mundo, haya encontrado razones para dudar que un buen Dios pueda haberlo diseñado. Probar la<br />

bondad de Dios por el argumento escolástico de que no hay no ser en su esencia, a un escéptico como<br />

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